Hoy hace un año que Matías y Víctor han dejado un vacío enorme entre quienes los conocimos y compartimos muchísimas cosas. No cabe duda que estamos frente a dos pérdidas muy significativas, se fueron dos personas muy queridas, que no pasaron por este mundo desapercibidas, dispuestas a darlo todo sin pedir nada a cambio, y no lo digo por compromiso, eran jóvenes con muchos proyectos, se los veía siempre juntos y juntos Dios se los llevó, cosas de la vida. Mientras escribo, miro hacia la heladera y observo una foto, como no podía ser de otra manera juntos, me resisto a creer que no están, duele, como aquella noche de tormenta y sin luz, cuando me llegó el mensaje con la peor noticia. Son esos golpes que te dejan sin reacción, es un momento donde uno se queda sin palabras, tildado, haciéndose mil preguntas y no encontrando una respuesta convincente. Las cosas suceden y nadie sabe bien porqué.
El rugby me dio una familia, amigos, hermanos de la vida y no hay un día que no me acuerde de cada uno, los que están, los que se fueron, los que alguna vez se pusieron la camiseta del SORUC, por eso sentí la necesidad de escribir este recordatorio.
Matías y Víctor ¡gracias totales! por haber transpirado la camiseta del SORUC hasta el último día, los extraño y elevo a Dios una oración por el descanso en paz de sus almas.
Juan Albornoz