Un cortocircuito. Algo conecta mal y falla. Así pasa cuando me preguntan “¿Cuántos hijos tenés?” Es una sensación que aún no puedo describir. En una milésima de segundo se juega todo. Cabeza y corazón. Si explico, si me banco la incomodidad del otro, si no digo nada y soporto la culpa de la negación y tanto más. Y aunque ensayé la respuesta muchas veces, todavía -por un instante- no sé qué decir. Luego digo lo que puedo, según el día.
Es que tengo tres hijos: Dante, Mateo y Pedro. Dante nació antes de tiempo, vivió una semana y falleció.
Octubre es el mes de la Concientización de la muerte gestacional, perinatal y neonatal. Se estableció para recordar a los bebés que fallecieron en la panza, los que nacieron sin vida o los que vivieron poquito tiempo. El 15 de octubre, a nivel mundial, prendemos una velita para recordarlos.
En nuestro país, el 29 de septiembre del 2023 se sancionó la Ley 27.733 de procedimientos médico-asistenciales para la atención de mujeres y personas gestantes frente a la muerte perinatal popularmente conocida como “Ley Johanna”. Tiene como fin establecer la obligación de los profesionales de la salud de capacitarse en la atención de los pacientes y familiares que sufran una muerte perinatal, que especialistas puedan acompañarlos a atravesar el duelo por la pérdida, facilitar el acceso a tratamientos terapéuticos y un permanente acompañamiento en lo que se refiere a las gestiones burocráticas a cumplir, en referencia a la documentación a presentar y brindar un canal de consultas. Las pacientes tendrán la posibilidad de tomar contacto con el cuerpo sin vida durante el tiempo que crea necesario para despedir al ser querido.
De igual forma, puede pedir ser acompañada por un psicólogo/a en el proceso de despedida y deberán brindarle la información pertinente sobre los métodos de inhibición o donación de la leche materna. Podrán elegir ser acompañadas por una persona en particular o no contar con compañía en medio del duelo. Asimismo, estarán habilitadas a conocer las verdaderas causas del fallecimiento, en caso de que este se haya determinado. En caso contrario, contarán con la facultad de solicitar una autopsia, un estudio anatomopatológico y/o asesoramiento genético, si así lo consideraran pertinente. Por otro lado, cuando la paciente deba permanecer internada, acreditará que ésta pueda contar con un espacio individualizado y adecuado para sí misma y su entorno familiar/afectivo. Dicha ley deberá ser aplicada tanto en instituciones médicas que del ámbito estatal, como del privado. Asimismo, la norma quedó establecida a nivel nacional, por lo que los centros de salud que se encuentren dentro del territorio argentino están obligados a activar el protocolo.
Uno creería que resulta innecesaria la redacción de una ley asi. Pero esta ley fue el resultado de muchos años de luchas, avances y retrocesos. Fue impulsada por Johanna Piferrer quien sufrió todo tipo de violencias cuando su hijo Ciro falleció en su vientre. Su historia fue un faro que (nos) llamó a tantas otras mujeres y familias con historias similares.
Cuando al tabú se le suma la incapacidad profesional el resultado es cruel. La muerte de un bebé es casi un oxímoron. Es humanamente imposible soportar dar vida y recibir muerte en el mismo momento. Nadie está preparado para semejante desgarro. Sin embargo, una va encontrando en la familia y amigos el sostén necesario. Y en el camino aparecen, especialmente, esas otras personas que se acercan con la herida en la mano a contarte su experiencia. Son vecinas de tu barrio, conocidas, seres queridos y personas que no conocías con quienes nos une un lazo para siempre. Nos reconocemos en las miradas, en las sonrisas. Estamos igual de rotas como dice Lorena Pronsky. Pero acompañándonos, la pena se va haciendo más liviana. Queda pendiente atrevernos a organizarnos.
En nuestra ciudad el 15 de octubre pasó desapercibido, como siempre. Ninguna charla, capacitación, espacio de escucha o intercambio. Sólo más silencio. Necesitamos hablar de la muerte de nuestros bebés. Necesitamos informarnos. Nos hace bien nombrarlos. Necesitamos que se sepa de su ausencia si, pero más aún de su presencia inmutable en este plano. Son nuestra familia. Son las historias que tenemos que contar para sus hermanos, sus primos. Son. Y siempre serán.
”Dante, el mayor, cumpliría 7 años en noviembre pero ya no está, Mateo y Pedro.” Eso. Eso voy a responder la próxima vez.
Ufff pase por esa situación hace 36 años, vivió unas horas y partió , a eso le siguieron embarazos que no llegaron a termino, cero contencion. Ni se imaginan lo que fue…
Me interesa muchísimo si organizando charlas, encuentros en fin…Dios me premio con un hijo pero duelen mucho los que no fueron