Para monseñor Santiago Herrera, el papa Francisco tuvo, junto a Benedicto XVI, la difícil tarea de dirigir la Iglesia en un tiempo en el que la modernidad le está dejando paso a una nueva época “en la que todavía no sabemos lo que viene”. Además, consideró que cuando se escriba la historia de Jorge Bergoglio se recordará que “no pudo volver a la Argentina”, de lo cual responsabilizó a la dirigencia actual.
“Era algo que pensábamos que iba a pasar, ha sido providencial que haya fallecido después de las Pascuas. Pascua quiere decir eso: el paso primero de los judíos a través del Mar Rojo y después de Cristo de la muerte a la vida. Ahora Francisco también ha hecho su pascua, que es el paso a la vida definitiva”, expresó Herrera, que además de sacerdote es doctor en Teología y licenciado en Filosofía. Desde ahí, prosiguió, debe verse la vida de Bergoglio, que “fue un hombre totalmente dedicado al Evangelio, a la vida cristiana y a los demás, particularmente a los pobres”.
“Dios se lo lleva en esta fecha tan hermosa, así que seguramente pronto estará premiado en el cielo”, prosiguió el sacerdote, y consideró que Francisco y su antecesor, Benedicto XVI, hicieron “un solo papado”.
“Aunque muchos los vean como cosas contradictorias, ciertamente no lo son. A ellos les tocó cerrar la modernidad y abrir el nuevo tiempo que viene. Hace unos años, el Episcopado argentino, del que Bergoglio fue mucho tiempo presidente, decía que ésta no es una época de cambios, sino un cambio de época. Es decir, así como en su momento se cayó el Imperio Romano y terminó el tiempo antiguo para que empiece el tiempo medieval o cuando se descubrió América y terminó el Medioevo para que empiece la modernidad, creo que estamos en un momento así. Es decir, estamos en el cierre de la época de la modernidad y todavía no sabemos lo que viene. Creo que el Papa ha apuntado a este nuevo tiempo en el que cambian muchas cosas y, frente a eso, la Iglesia tiene que reubicarse para seguir haciendo su tarea evangelizadora con la misma libertad que ha intentado hacerlo desde siempre. Ese me parece que ha sido el gran legado de Francisco”, reflexionó.
“Tenemos como una mentalidad colonial”
-¿Cómo debería reubicarse la Iglesia ante este nuevo tiempo?
-Como decía Francisco, desde la periferia, para que los lugares de decisión no estén en los centros, sino en la orilla. Como dicen los pescadores, el pique está en la orilla. A eso se debe esa actitud de humildad de él, de no centralidad y de búsqueda de que los nuevos cardenales sean de lugares más periféricos. Acá en Argentina ha sido significativo que no se haya hecho cardenal al arzobispo de Buenos Aires, que era lo tradicional, y sí al de Santiago del Estero. Por ahí va la cosa y es lo que Francisco nos ha dejado y el nuevo Papa seguramente surgirá entre personas así, o por lo menos se seguirá con ese legado, porque Francisco ha elegido a muchos de los cardenales que tendrán que elegir al próximo Papa.
-¿En Argentina se valoró el hecho de tener un Papa de este país?
-Hay algo que ya decían los romanos: divide y triunfarás. Muchas veces nosotros vivimos en la grieta, yo trato de no hacerlo, pero muchas personas en Argentina sí lo hacen, y el papa Francisco no se ha podido sustraer a eso. Yo no lo responsabilizaría a él, sino a los mismos argentinos y, sobre todo, a la dirigencia. Cuando se cuente la historia del papa Francisco se recordará que no pudo venir a la Argentina, lo cual es paradójico. Si hubiera sido un Papa en la Antigüedad o el Medioevo, sería comprensible, pero en esta época es por lo menos sorprendente. Creo que es una carencia fundamental, no del pueblo, pero sí de la dirigencia, y que de alguna manera nosotros tenemos como una mentalidad colonial, en cuanto a creer que cuando se quiere gobernar a alguien lo que hay que hacer es dividirlo. Un dolor que nos tenemos que llevar como pueblo argentino es no haber podido traer a Francisco en vida.
-¿Lo pudo conocer a Francisco?
-Sí. Antes de que fuera Papa no mucho, porque yo no era miembro de la Arquidiócesis de Buenos Aires. En ese momento, él, siendo arzobispo de Buenos Aires, se portó muy bien con nosotros, porque cuando tuvimos que abrir el Seminario de Zárate-Campana nos prestó a través del alquiler a un precio irrisorio una propiedad muy grande en la zona de Villa Devoto. Ellos fueron muy generosos con nosotros. Después, en 2017, estuvimos en el Vaticano y recibió a quien era mi obispo de ese momento. Cuando terminó esa entrevista, nos saludó con mucha afabilidad a un laico que había ido con nosotros y a mí (foto), y él sabía bien quién era yo y se acordaba que había sido rector del Seminario. Era un hombre con una gran memoria y el hecho de ser Papa no lo hacía olvidar de la Argentina. Lo digo por lo que pasó conmigo y por el testimonio de muchas personas que me lo han dicho. Esa vez estuvimos con él en los departamentos de Santa Marta, que era donde Francisco estaba. Ese es también un signo de su inteligencia y lo que me lleva a pensar que en su momento lo eligieron Papa porque hacía falta un porteño. Lo digo en el sentido de que en lugar de irse a vivir a los palacios vaticanos, eligió vivir en la Casa de Santa Marta, que sería como un hotel y donde se van a reunir los cardenales que elijan al próximo Papa. ¿Por qué eligió eso? Uno podría decir que porque era humilde, lo cual es verdad, pero la razón fundamental es que para que alguien llegue a los palacios vaticanos debe traspasar un montón de visados y de personas que van poniendo límites. En cambio, en Santa Marta podía elegir con más facilidad con quién verse, porque por esa casa pasa todo el mundo. Francisco tenía esa inteligencia de ver que si alguien debe dirigir algo tiene que tener un contacto directo con el pueblo. De hecho, tengo muchos testimonios de cuando era cardenal de Buenos Aires y recibía a personas que uno se preguntaba cómo podían llegar hasta él, y se debía a que tenía las puertas abiertas para todo el mundo y prefería enterarse de las cosas directamente. En ese sentido, ha sido un hombre con una capacidad de direccionalidad muy grande y muy cercana.
Treinta y cinco años como sacerdote
El padre Santiago Herrera, que está cerca de cumplir 35 años como sacerdote, fue director del Seminario de Mercedes y posteriormente se desempeñó en la diócesis Zárate-Campana. Allí también fue rector de un seminario sacerdotal y estuvo al frente de una parroquia de Escobar desde 2014 hasta hace cuatro semanas, cuando asumió en una capilla del municipio de Pilar, la cual se encuentra muy cerca de un colegio del que es capellán y profesor.
“Es el colegio de doble escolaridad más barato de la provincia de Buenos Aires y está en una zona muy carenciada. La ventaja es que ahora estoy en una capilla que se encuentra a veinte cuadras del colegio, cuando antes tenía que viajar todos los días desde Escobar”, comentó.