El chacabuquense Franco Furattini se encuentra a pocos kilómetros de concretar un viaje en bicicleta por la mítica ruta 40 que comenzó en Río Gallegos y finalizará en La Quiaca. La partida desde la capital santacruceña fue el 11 de enero y la llegada está prevista para este fin de semana.
Franco, que tiene 39 años, se encontraba este martes en el pueblo de Susques, situado en el oeste de la provincia de Jujuy, a unos 270 kilómetros de La Quiaca. Desde allí habló con Chacabuco en Red para contar las motivaciones del viaje y la emoción que siente al estar tan cerca de conseguir el objetivo.
“Lo de hacer la ruta 40 fue algo que me hizo ruido desde chico. En 2022 no pude hacerla porque pasaron cosas, como problemas de salud, pero no podía postergarla más. Así que en enero salí”, relató.
Furatini ya tiene en su haber un largo viaje, pues entre 2022 y 2023 unió en bicicleta los más de 3.000 kilómetros que separan a Chacabuco de Ushuaia. Para este año se puso un objetivo más ambicioso, pues son 5.140 kilómetros por una ruta que en algunos tramos es de ripio y en otros -como el Abra de Acay, en Salta, por donde anduvo estos días- se debe transitar a grandes alturas, con los riesgos de apunamiento que ello implica.
Cuando llegue al final del trayecto, la distancia será mayor a esos 5.140 kilómetros, porque durante el recorrido hizo varios desvíos para visitar algunos pueblos y lugares. “Estuve en el Glaciar Perito Moreno, en El Calafate, también en El Chaltén, y así fui atravesando la Patagonia y pasé por Mendoza, San Juan, La Rioja, Catamarca, Tucumán, Salta y Jujuy”, contó.
Hasta el momento, dijo, el clima lo trató bien, más allá de que lo más complicado estuvo en el sur, donde, a causa del viento, hubo tramos en los que debió llevar la bicicleta “de tiro”. Habitualmente, dijo, sus jornadas comienzan a la mañana y suele pedalear hasta el atardecer. En días normales, agregó, realiza un promedio de entre 150 y 200 kilómetros. Pero en el camino siempre surgen sorpresas que obligan a recalcular los tiempos.
“Lo que me pasó ya estando en el norte fue que entre La Poma y el Abra de Acay, que es la segunda ruta más alta del mundo, porque tiene 4.800 metros, tuve que atravesar doce veces un río que está crecido y corta la ruta 40. Es una parte que está intransitable y por la que solamente pueden pasar bicis, porque se pueden levantar. El Abra de Acay está en San Antonio de los Cobres, Salta. Es una zona muy alta. Ahora estoy en un hostels y a un muchacho tuvieron que ponerle oxígeno, porque se apunó. Yo llegué un poco agitado, pero bastante bien”, comentó.
Franco también recordó que en su trayecto por el sur debió atravesar otro tramo de la ruta 40 complicado, el cual es conocido como “Los 73 malditos”, que es de ripio. “Es un tramo muy difícil de transitar por el viento. Es tremendo. La otra vuelta ahí perdió la vida un brasileño que iba en moto y se cayó. Después de ‘Los 73 malditos’, antes de Esquel también hay un tramo de ripio de 80 kilómetros en los que la ruta está destruida”, relató Furattini, que cuando está en Chacabuco trabaja como albañil por cuenta propia.
De su paso por el sur también recordó como muy difícil el tramo inicial, desde Cabo Vírgenes, donde también hay mucho ripio y, encima, lo sorprendió una tormenta de viento que lo obligó a parar. Allí estuvo tres días alojado en un puesto de Prefectura desde el cual se controla el paso de barcos por el estrecho de Magallanes. En esa zona, señaló, hoy hay mucho tránsito fluvial debido a que es muy caro pasar de un océano al otro por el canal de Panamá.
Franco viaja en una bicicleta marca Kona que, según dijo, hasta ahora aguantó bien el trayecto. “El único problema que tuve fue que como venía cortando muchos rayos por transitar tanto por ripio, en San Juan tuve que cambiarlos a todos. Más allá de eso, la bici anduvo de diez, pinché solamente cinco veces”, dijo. El ciclista lleva entre su equipaje una pequeña carpa, una cocinita y algo de mercadería. “Tengo todo para hacer noche en cualquier lado y después seguir viaje”.
Para emprender el viaje, en enero Furattini fue hasta Río Gallegos en colectivo, mientras que la bicicleta la envió por una empresa de encomiendas. Lo que aún no tiene decidido es cómo será su regreso a Chacabuco desde La Quiaca, pues una posibilidad es que el viaje en bicicleta no termine en esa localidad, sino que desde allí continúe pedaleando para volver a nuestra ciudad bajando por la Mesopotamia.
“Mi idea es dar la vuelta a todo el contorno del país, porque primero hice el viaje de Chacabuco a Ushuaia, ahora voy a llegar a La Quiaca y después me gustaría dar la vuelta por Formosa, de ahí bajar a Chaco, después pasar a Corrientes, a Misiones, volver por Entre Ríos y agarrar la provincia de Buenos Aires. Ahí estaría dando la vuelta a toda la Argentina. Ese es el proyecto que tengo, cuando llegué a La Quiaca veré”, señaló. Por lo pronto, el foco está puesto en llegar a esa ciudad, donde la ruta 40 tiene su fin.