Mauricio en el país de las maravillas

En la apertura de 2016 había dicho “Estamos convencidos de que la inflación irá bajando”. En la de 2017 pidió confiar “que la inflación estará bajo control”. En la del año pasado aseguró que: “la inflación está bajando. La del 2017 fue menor a la del 2016 y la de este año va a ser aún menor”. Ese año terminó siendo superior al 42%, la más alta desde 1991.

Hoy, Macri aseguró que “La inflación está bajando y que este año la inflación bajará significativamente”, lo que no se condice con los aumentos que ya se dieron en los dos primeros meses del año.

El presidente se esforzó durante una hora, no sólo por leer bien su discurso, sino por mostrar que su gobierno “va por el buen camino”.

Increíblemente, responsabilizó de la actual situación socioeconómica a la salida de capitales financieros de mercados emergentes, al clima y a la causa de los cuadernos. Sí, leyeron bien, a la causa de los cuadernos.

Repitió un par de veces que “estamos mejor que en el 2015”, cuando casi ningún indicador respalda esa afirmación.

No obstante, el discurso no fue sobre cómo marcha la Argentina. El discurso fue un discurso de campaña, apuntando a un escenario electoral en el que la única opción para Cambiemos es disputar la elección mano a mano con la senadora Cristina Fernández y esperar que el rechazo a la figura de la ex presidenta sea mayor a la del propio Macri.

Hoy, Macri volvió a mentir como lo hizo en cada apertura de sesiones e incluso antes de ser presidente en el debate electoral del 2015. La situación económica y social de la argentina se está tornando insostenible: desempleo, inflación, tarifazos, desindustrialización, caída del poder adquisitivo y, por ende, del consumo, están echando por tierra las esperanzas electorales de Mauricio.

Hoy se puso en evidencia el país en el que vive Macri en contradicción con el país en el que día a día reman millones de trabajadores y desocupados. ¿Habrá sido su último discurso de apertura de sesiones?