El relato se chocó de frente con la realidad

Editorial.

“Empezamos a crecer en el segundo semestre”, “Estamos viendo la luz al final del túnel”, “Comenzamos a ver los primeros brotes verdes”, “Lo peor ya pasó”, “Estamos sentando las bases de un futuro mejor”, “Veníamos bien, pero pasaron cosas”…

Ya van casi 4 años de discursos ideados y multiplicados por el duranbarbismo que tuvieron una alta adhesión y que, por varios meses, ganaron la batalla cultural. A tal punto que muchas de las víctimas de este modelo neoliberal que impuso Cambiemos repetían que “lo mejor estaba por venir”.

Pero no hay relato que resista la dureza la crisis argentina: todos los indicadores económicos y sociales han empeorado significativamente. La pobreza alcanzó el 36%, uno de cada dos niños es pobre; la indigencia llegó al 8%; la inflación interanual superó el 55%, el dólar pasó de poco más de 9 pesos a más de 55 al día de hoy; el desempleo indica que uno de cada 10 argentinos no tiene trabajo y otros datos significativos como la caída del consumo de leche por habitante.

Se acabó el relato, se acabó la esperanza y se acabó la confianza. La realidad es muy dura como para taparla, esconderla o maquillarla siquiera. La gente puede mirar y escuchar varias horas a los periodistas “estrella” que abundan en los canales y las radios, pero cuando se levanta de su sillón va a la heladera, la abre y desde el interior emerge con crudeza y golpea en el rostro la realidad: no hay “sarasa”, la realidad está ahí, ahora, cruda y duele.

Gran parte de los argentinos se expresaron el domingo y dijeron, contundentemente, que este gobierno está agotado, terminado, que ya no le creen lo que dicen en sus manuales duranbarbistas.

Lamentablemente el gobierno no ha tomado nota. Las primeras palabras post paso del presidente Macri fueron para responsabilizar al gobierno anterior por la crisis que ellos mismos generaron. En otros tiempos funcionó, pero cuando la paciencia de la gente se agota y la credibilidad se esfuma, ya no hay discurso bonito que logre imponerse.

Ante tanta mentira y promesa incumplida, la que siempre se impone es la verdad, que es la única realidad, como dijo alguien hace mucho tiempo.

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