OPINIÓN

Cómo comprar y no morir en el intento (crónica del deterioro eterno del bolsillo)

Por Ruben Gardella.

Comprar se ha puesto complicado. Al recorrido de los noventa impulsado por Lita de Lázzari y su recomendación de caminar, se han sumado canales digitales, criptos, Mercado Libre, descuentos según el día, la perseverancia del bolichero tradicional y los etcéteras.
Recorrimos distintos actores de la cadena de venta en nuestra ciudad y encontramos preocupación, incertidumbre y acciones de psicoanálisis grupal. Consuelan a los clientes que no pueden creer lo que vale la mercadería pero los comerciantes no pueden creer lo que le vino de luz.
Descubrimos caminos ya instalados y otros nuevos. Por ejemplo el peregrinar a la Cooperativa Eléctrica los Viernes, para llevar algo a cuenta de la facturas. Coincidir los referentes gastronómicos a primera hora en el lugar que la carne está más accesible sin perder calidad y otros ya probados como aprovechar las ofertas en una gran superficie comercial, porque el que te vende la gaseosa o la birra te la baja más cara. Esto origina un tiempo, un stress y una tensión más aguda que melena de Milei. Es que se pierde más tiempo, hay que gastar combustible, hay que tejer nuevas relaciones políticas, hay que ir a comprar con efectivo porque así el pago contra nuevo pedido no funciona.
Otro tema es como trasladar los aumentos. Desde el kiosco de Adriana hasta el coqueto resto, en el local de electrodomésticos, hasta mi amigo que insiste con las viandas bien caseras juran en que semana tras semana hay novedades en los precios. Y no solo desde la gran golosinera argentina, todos quieren no perder o al menos empatar. Desde el otro lado lo vemos con enojo y muchas veces no sabemos cómo direccionarlo. El desquite cara a cara con el bolichero es lo más usado pero lo menos aconsejable.
Pero hablemos más en concreto. Con tickets como mejor testimonio, hemos elegido 6 productos y su evolución, para ver si realmente la inflación es como la refleja la encuesta oficial:
Los huevos valen un huevo. En el mismo lugar para hacer fidelización de precios, pasaron de $ 70 en Noviembre de 2020 a $ 449, pasando de $ 374 a esta suma final desde el 14 de Agosto (día post Paso) al 23 del mismo mes. Así, la calculadora de inflación expone que tendría que salir $ 354, pero se ubica muy por encima de la fuente Indec.
La gaseosa clase media tendría que haber pasado desde fines del 2020 a la fecha de $ 116.50 a $ 588, para igualar una inflación del 405.41 %. Pero subió más. Hoy en algunos lugares está hasta $ 760. Muy por encima del promedio maldito.
Vayamos al asado. En un trayecto menor. 1199 en Enero del 2023, Mayo 1850, Julio 2000 y Agosto desde 3300 a 3800, según el día. Cuando la expectativa Indec anualizada es del 124, la carne subió alrededor del 200 %. Es cierto que intervienen otro factores pero… Se puede hacer un ejercicio parecido con el Osobuco ($ 990 en mayo/2130 en Agosto). Y la polenta, de 263 a 423 Abril Agosto. La leche de Don Pascual en 33 meses de $ 89 a $ 449.
Este no es un artículo económico. No tiene sus precisiones. Tampoco el índice inflacionario final de Agosto. Es una modesta aproximación al drama que vivimos en cada instancia. Ante una factura, un alimento, un alquiler. Ante lo que vale un útil escolar o un par de zapatillas. El alquiler medio en la ciudad está cercano a un sueldo inicial municipal o una jubilación. Cuando se apela a soluciones mágicas en las urnas se abandonan promesas viejas y nunca llevadas a la práctica, es más fácil un espejismo que una propuesta dura.
La gente está cansada, no tiene que comer. No hay propuestas para el laburante en negro, para los viejos, para los que se inician, para nadie. Los planes y sus satélites vinieron para amortiguar pero terminaron siendo un medio de vida. Y como Cambalache, la frase tanguera “¿Dónde hay un mango, que los financistas, ni los periodistas, ni perros ni gatos, noticias ni datos de su paradero no me saben dar?” cobra actualidad.

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