El vecino Esteban Toledo envió la siguiente carta a Chacabuco en Red:
¿Cómo es posible tanta injusticia que debemos sufrir los padres separados de nuestros hijos? Hoy fui testigo de algo que ningún padre debería ver: el dolor de su hijo, consecuencia de la mala administración de la justicia. Un sistema que, en su afán de proteger a las víctimas, parece ignorar el verdadero bienestar de los niños.
Hoy, como cada día, Jerman llegó a mi casa, pero algo fue diferente. Con casi 3 años, lloró porque no quería quedarse, viendo a su madre parada frente a la puerta. Ver su sufrimiento fue inevitable, y su dolor me atravesó profundamente. Fue por eso que decidí que la decisión más justa era que se fuera con ella, porque eso era lo que él quería. Solo pienso en su estabilidad y seguridad, y me duele profundamente ver cómo el sistema judicial ignora lo que él realmente necesita.
Para comprender la profundidad de lo que está en juego, debo retroceder al 1 de marzo de 2023, cuando mi expareja me denunció falsamente por violencia de género, como consecuencia de mis legítimos reclamos sobre mis derechos parentales. Esta denuncia derivó en una orden de restricción, la cual ella violó de forma sistemática. Al intentar denunciar la violación de la perimetral, me encontré con una respuesta institucional inaceptable. En la Comisaría de la Mujer de Chacabuco, fui ignorado, y en una de las ocasiones, la respuesta que recibí y cito textual: ‘porque sos hombre’. Esta actitud de discriminación institucional continuó afectando mi capacidad para protegerme y ejercer mis derechos como padre.
El 17 de agosto de 2023, tras la detención irregular de mi expareja en uno de mis domicilios, se configuró lo que legalmente se considera un impedimento de contacto. Intenté hacer la denuncia correspondiente, y fue solo gracias a mi insistencia que la denuncia se concretó. Sin embargo, a pesar de la evidencia de su conducta, no hubo consecuencias legales para ella.
Esta serie de eventos no solo resalta la impunidad con la que mi expareja ha actuado, sino que también pone en evidencia el profundo sesgo institucional que afecta a los padres, particularmente a aquellos como yo, que luchan por tener un papel activo en la vida de sus hijos.
Pero vayamos a lo que importa hoy… En la tercera audiencia con el consejero Pedoggi del Juzgado de Familia N°2 de Junín, el 25 de marzo de 2024, quedó en evidencia la falta de imparcialidad y el sesgo hacia los roles tradicionales de género. Este doble estándar no solo reflejó un trato desigual, sino que también evidenció la inclinación del consejero a favorecer las demandas de mi expareja.
El enfoque del consejero denotó un sesgo hacia los estereotipos de género, asociando a las madres con la crianza y a los padres con la provisión económica. Especialmente cuando cuestionó mi habilidad para cuidar a mi hijo durante la noche, dejándome con la única responsabilidad de la manutención, lo cual quedó claro cuando le expuse que, estaba cumpliendo el mero papel de niñero.
A pesar de que se acordó que mi hijo comenzara a quedarse a dormir en mi casa un día por fin de semana, y que luego se añadiría el día miércoles para llegar a una alternancia más idónea para cualquier niño, que permita compartir un día completo con cada progenitor, las restricciones impuestas reflejaron un enfoque que favoreció a mi expareja, manteniéndola en control de su narrativa.
Esto, una vez más, la llevó a dominar la situación nuevamente, por lo cual decidió unilateralmente no permitirme pasar el primer miércoles con mi hijo. Esto me llevó a que, en la actualidad, sigamos el viejo régimen de visitas acordado en la segunda audiencia, ya que mi expareja rompió el acuerdo, regresando a que mi hijo pase solo 4 horas diarias conmigo. Este régimen, sin dudas, genera una inestabilidad insostenible en él, producto del mal accionar de la justicia.
Y me cuestiono: ¿Por qué mi hijo debe asociar con malestar el hecho de quedarse en mi casa? ¿Esta situación no está, de alguna forma, inducida por la Justicia Familiar?¿y ejecutada por mi expareja?
Algunos dirán: ‘¿Por algo es que no se quiere quedar y por eso llora?’ Y la respuesta a esta cuestión es simple: los niños pequeños no tienen una alta percepción de su entorno. Aunque son plenamente conscientes del trato que se les da, no comprenden a fondo conceptos complejos, como la situación de padres separados. Por tanto, a los niños se les deben brindar las herramientas necesarias para poder ir comprendiendo, poco a poco, el entorno que los rodea, en este caso, el de padres separados.
Con el enfoque del consejero, es inevitable que mi hijo sienta malestar al tener que quedarse en mi domicilio, pues aún le falta asociar este espacio con la seguridad y el confort que debería tener. Esto se logra mediante la costumbre, y es por esta razón que el método de alternancia diaria es lo más conveniente para cualquier niño. Claro está, esto queda a criterio de cada persona y su disposición para criar a su hijo.
En mi caso, y lo he expresado en varias ocasiones, mi intención es criar a mi hijo. Pero me pregunto: ¿Por qué no puedo hacerlo? ¿Por qué no le puedo dar la teta, como insinuó Pedoggi? ¿Acaso, como hombre, no tengo las cualidades y capacidades para criar a un hijo? ¿No es este un pensamiento machista? ¿No se me está discriminando por ser hombre? ¿Acaso esto no es violencia de género?
Si mi hijo tuviera una rutina establecida, como se había acordado y como debería ser, estando un día con cada uno de sus progenitores, entonces no padecería los cambios de transición. Los asimilaría como parte de su rutina y, además, lograría una mayor conexión con ambos progenitores. Todo esto le permitiría, en el futuro, decidir dónde quiere vivir, sin las inseguridades que surgen de la inestabilidad.
Muy pronto les contaré toda la historia en “BASTA DE PADRES VIOLENTADOS”.
Esteban Toledo
DNI: 27460942