LA HISTORIA ES PASADO, PRESENTE Y FUTURO

Un 5 de enero de 1939, Lisandro de la Torre se quitó la vida

Era un día sofocante, había encargado a su ama de llaves que llevara una carta a algunos amigos. En una de ellas decía, no debe darse importancia excesiva al desenlace de una vida. Se trataban de despedidas.

Cuando la mujer salió, tomó un revólver y se pegó un tiro. Lisandro de la Torre tenía entonces 71 años y un pasado de intensa actividad política. Al graduarse de abogado, en 1890, su tesis doctoral sobre municipio y comunas instalaba la idea de autonomías municipales, que en 1994 alcanzó el rango constitucional.

Comenzó a trabajar desde muy joven en el radicalismo y fue un ferviente entusiasta partícipe de la Revolución del Parque. Pero a causa de una agria disputa con Hipólito Yrigoyen, con quien se había batido a duelo, se separó del partido y fundó el Partido Demócrata Progresista. Impulsó la reforma de la Constitución Nacional, la separación de la Iglesia y el Estado, la división de los latifundios improductivo y la libertad electoral.

Alzó su voz contra la corrupción administrativa y se opuso a los convenios que lesionaban la economía del país al servicio de monopolios extranjeros. El caso de las negociaciones muy turbias con Inglaterra por las ventas de carne argentina fue un ejemplo. Como senador por Santa Fe, presentó un proyecto para que se investigara la índoles de estas negociaciones y la corrupción existente. Sus denuncias tuvieron un fin trágico.

En 1935, un matón a sueldo que, según dicen, había sido comisario en Chacabuco, Valdés Cora, intentó asesinarlo en el recinto del Senado de la Nación. La bala que le estaba destinada mató al senador Enzo Bordabere. En 1938 renunció a su banca. Muy poco eran los amigos que le acompañaban y muy grande su cansancio moral.

También él era una víctima de la década infame. Si el éxito de un político se mide por el poder que alcanza, Lisandro de la Torre no fue un hombre exitoso. Si el valor y la honestidad forman parte de la definición, su figura es un ejemplo para no olvidar.

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