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El país atraviesa una de las crisis económicas más severas y el presidente desestima a quienes no comparten su ideología, tratando de imponer la propia. Amenazar, obligar o intimidar, no son sinónimos de libertad.
El enfrentamiento entre Javier Milei y distintos referentes de la oposición ha generado otra fuerte confrontación política e ideológica en Argentina. Nuevamente, como ya padecimos con Cristina Fernández de Kirchner, el menosprecio al que piensa distinto sufrido desde el pedestal soberbio del sillón presidencial.
En este caso el presidente optó por descalificar al gobernador de Chubut, Ignacio Torres, cuestionando su capacidad intelectual y criticando a los gobernadores que lo respaldaron. A tan solo dos meses de gobierno Milei ha protagonizado múltiples polémicas, demostrando que responde a quienes no comparten su opinión con burlas, insultos y términos discriminatorios.
Resulta preocupante esta situación, especialmente debido a la posición que ocupa un Presidente en la opinión pública. Sus palabras y comportamientos sirven como ejemplo para la sociedad, influyendo en la percepción de lo que se considera correcto o incorrecto.
Esperamos que Milei se saque el traje de candidato, deje de ser violento con sus comentarios y se dedique a gobernar.
