Entre 2003 y 2007, Eduardo Arellano fue testigo directo de una etapa crítica en la vida de Diego Maradona. Como enfermero especializado en cardiología y terapia intensiva, Arellano fue convocado por la familia del astro para atenderlo durante su internación en un neuropsiquiátrico, una decisión tomada contra la voluntad del exfutbolista tras una serie de crisis graves de salud.
“Diego se interna contra su voluntad y eso era el primer problema que teníamos: él no tenía conciencia de su enfermedad“, relata Arellano, en referencia a la adicción a la cocaína que deterioraba su vida. “Su argumento era que no le hacía mal a nadie, que la plata era suya y que podía hacer lo que quisiera. Pero la familia entendía que corría peligro su vida”.
Durante su internación, Maradona enfrentó las duras consecuencias de la desintoxicación. “Es un tratamiento agresivo”, explica Arellano. “Le genera efectos secundarios como insomnio, depresión, ansiedad, paranoia, agresividad”.
“Tuve que separar al ídolo de la persona. El gran problema que tenía él es lo que yo le llamo el “sidieguismo” todos le dicen que sí, todos le preguntan, todos quieren quedar bien y eso te hacía débil, te hacía vulnerable ante él y justamente yo le tenía que dar órdenes, tenía que decir que haga un tratamiento tenía que decir que no se podía ir. Es como estar con un león enjaulado, pero adentro de la jaula“.
A pesar de la hostilidad inicial, la relación entre el enfermero y el ídolo comenzó a transformarse. “La medicación empezó a hacer efecto, estaba más accesible. Ahí conocí al Diego más humano, encerrado, pero viendo la tele, jugando a las cartas, cantando con un karaoke. Hablaba todo el tiempo de su mamá y sus hijas“, recuerda Arellano.
El enfermero asegura que Maradona encontró en su familia la motivación para salir adelante. “Las ganas de estar bien para volver a estar con ellas fueron clave”, sostiene. Sin embargo, años después, Arellano lamenta el desenlace que lo llevó a la muerte el 25 de noviembre de 2020. “Murió solo, sin el cuidado necesario, de una forma que hoy es totalmente prevenible. Con mínimos controles, esto se detecta. Es doloroso pensar que alguien tan querido se haya ido así. Si se hubieran hecho las cosas bien, teníamos Diego para rato”, concluyó.
Eduardo Arellano, quien compartió esta vivencia en su escrito Con Dios en el Infierno, finaliza con una reflexión sobre el hombre detrás del mito. “A mí me tocó el peor Diego: enfermo, con 120 kilos, con insuficiencia cardíaca y lidiando con la abstinencia. Pero también vi a un ser humano vulnerable, lejos de la figura inmortal que todos conocen“.
Esta es la entrevista completa: