En la vecina ciudad de Pergamino, a poco más de 100 km de Chacabuco, se encuentra un Monumento Histórico que quizás pocos conocen. La casa con forma de auto.
La historia de Arcadio Ninona es un testimonio conmovedor de amor familiar y pasión por el automovilismo. Tras el retiro de su hijo de la competencia activa, Arcadio decidió rendirle homenaje de una manera inusual: construyendo una casa con la forma del Ford 38 que le había dado a su hijo el quinto puesto en el Gran Premio de 1958.
La idea, inspirada en una vieja fotografía amarillenta, presentó numerosos desafíos, pero la determinación de Arcadio fue inquebrantable. Después de años de ensayos y planos, su sueño se materializó con la inauguración de la Casa Auto el 17 de diciembre de 1981.
Marcelo Peresón, el constructor encargado de llevar a cabo este proyecto tan singular, recuerda cómo fue convocado en 1980. “Me vio haciendo una obra bastante rara y me dijo: ‘Pibe, vos me vas a hacer una casa con forma de auto de carrera’”, relata Peresón, quien en ese entonces tenía solo 26 años y se dedicaba a la albañilería. “No podía creer lo que me estaba diciendo; le dije que no sabía trabajar con chapa y él me respondió: ‘La casa la vamos a hacer de material’, lo que me confundió aún más”.
Tras una breve espera, Arcadio le presentó los planos y, el 19 de abril de 1980, aceptó el presupuesto. Habían pasado 22 años desde que Arcadio comenzó a buscar arquitectos y albañiles dispuestos a encarar la obra, pero nadie se había animado hasta entonces.
Peresón, que desde hace unos años ha dejado la construcción para dedicarse a la gastronomía, recuerda con nostalgia los momentos compartidos con Arcadio. “A los pocos días de empezar, me avisó que se iba a Córdoba por 15 días y me dejó su teléfono. Finalmente, no lo llamé, pero a la semana no aguantó más y volvió. La casa estaba hasta el nivel de cerecita, y cuando la vio, me abrazó y se puso a llorar”.
Este emotivo encuentro marcó un hito en la construcción de la Casa Auto, que no solo representa la pasión por el automovilismo, sino también el vínculo inquebrantable entre un padre y su hijo. “Todos estos recuerdos los llevo muy adentro. Era un pibe y que un hombre grande tenga ese gesto es inolvidable. Y me dijo: ‘La Casa Auto ya está’, aunque faltaba mucho”, concluyó Peresón.