Durante la temporada estival el riesgo de contraer enfermedades transmitidas por alimentos (ETA) suele incrementarse, debido a que las altas temperaturas y la humedad ambiente favorecen el crecimiento de bacterias.
En este sentido es clave extremar los cuidados, por tal motivo, en lo que respecta a la alimentación, es esencial que las personas puedan seleccionar y consumir productos seguros para prevenir enfermedades, en función de conocimientos ciertos y objetivos.
Por eso, el Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (Senasa) recuerda algunos aspectos para realizar una elección de alimentos que permita cuidar la salud.
La planificación es el primer paso, en otras palabras, se debe organizar la salida de compras y hacer una lista que enumere los productos que se van a adquirir.
Una vez en el lugar, es importante que se deje para el final la compra de los alimentos congelados y perecederos –como leche, queso, pescado y carne– para evitar que se interrumpa la cadena de frío.
En ese sentido, es clave no colocar en el mismo lugar la comida preparada y caliente con los productos frescos o congelados. También, se debe evitar que los alimentos entren en contacto con los productos de limpieza.
Asimismo, es importante conocer ciertas pautas específicas al elegir determinados alimentos:
Al comprar carne (bovina, aviar, porcina): verificar que sea firme y elástica, si es bovina debe ser de un color rojo profundo, intenso y brillante; en cuanto a la grasa, debe ser bien blanca y no de un color amarillento (esta cualidad nos da la primera pauta de la frescura del alimento); tampoco debe estar dispuesta de forma tal que pierda líquidos que puedan contaminar otros alimentos; se debe mantener la cadena de frío y, si se compra envasado, el producto debe estar perfectamente cerrado y con etiqueta rotulada.
Al comprar pescado: chequear que tenga buen olor, que sea consistente al tacto y sin deformaciones o aplastamientos; el abdomen no debe estar hinchado, los ojos deben ocupar toda la órbita y las escamas deben estar bien adheridas.
Al comprar frutas y verduras: revisar que los productos no cuenten con golpes, magulladuras o putrefacción; las frutas y verduras deben presentar la forma, frescura, textura, firmeza, aroma y color, en su estado original.
Al comprar lácteos: constatar que no se haya roto la cadena de frío y que los envases estén cerrados, con etiqueta y sin ningún tipo de golpe, abolladura o deformación.
Asimismo, en el traslado hasta el hogar –si queda lejos del lugar de compra y sobretodo en estas fechas con altas temperaturas– es preferible usar conservadoras. El frío es recomendable para la conservación de los alimentos frescos porque es muy fácil su contaminación durante la compra o el almacenamiento en la cocina. El frío evita que las bacterias se multipliquen rápidamente y que el alimento mantenga un buen estado para su consumo.
Incorporar hábitos simples en el hogar como parte de la prevención es clave para acompañar los controles que ejecuta el Senasa para resguardar la inocuidad de los alimentos y tener la tranquilidad de un consumo seguro.