En opinión de Mario Markic, para que un pueblo o ciudad reciba turistas no hace falta tener un glaciar, ni montañas, ni playa; a veces basta con que haya aire puro e historias que contar y mostrar. El periodista de TN, que condujo durante casi tres décadas el programa “En el camino”, estuvo en Chacabuco el fin de semana, y brindó una charla junto a otro cronista de viajes, Leandro Vesco.
Markic es nacido en Río Gallegos y tiene una muy vasta trayectoria en el periodismo argentino, la cual comenzó a finales de los ‘70, cuando se desempeñó en distintos medios gráficos. En 1992 se sumó al noticiero “Telenoche”, de Canal 13, y al año siguiente al canal de noticias TN, donde en 1996 comenzó el programa “En el camino”.
“El sueño que tenía como periodista era conocer todo mi país”, dijo Markic, cuyo primer contacto personal con los medios, siendo muy niño, lo tuvo a través de la radio. “En ese momento a Santa Cruz no había llegado la televisión, y la radio me hacía volar la imaginación, sobre todo a través de los relatos deportivos. Después, con el tiempo, ya me interesaron otras cosas, como la lectura de diarios. Era el menor de cuatro hermanos y todos ellos compraban distintos tipos de revistas que yo leía. Así que desde los 6 o 7 años ya quería ser periodista”, contó.
Así fue cómo, al finalizar la escuela secundaria en Gallegos, viajó a Buenos Aires, donde estudió tres años de periodismo y tres de locución. “Después de eso empecé a trabajar y, sobre todo, a viajar. Entonces, pude conocer todos aquellos lugares que de chico me habían quedado en la memoria, y me convertí en un periodista viajero, y la televisión fue una continuidad de lo que había hecho en revistas como Gente, La Semana, Siete Días y Noticias”, señaló.
El programa “En el camino” se extendió 27 años, durante los cuales Markic y su equipo de colaboradores recorrieron 2,5 millones de kilómetros. Ahora el objetivo está puesto en volver a la pantalla con un programa que si bien tendrá un formato “más acotado”, gracias a las nuevas tecnologías será “un lindo reencuentro con distintas cosas”. Incluso, contó, volverá a visitar lugares “que fueron retratados hace mucho tiempo”.
El periodista consideró que la pandemia fue una especie de “bisagra”, a partir de la cual se fortaleció la necesidad de muchos de salir de las grandes ciudades. “La pandemia tuvo aspectos malísimos, como estar tanto tiempo de encierro, y secuelas negativas que la gente las vivió y las sigue viviendo mal a nivel psiquiátrico. Pero también hubo cuestiones que resultaron benéficas involuntariamente, como el hecho de que la gente tuvo la necesidad de salir y respirar aire puro, porque en la pandemia estaba la sensación de estar contaminados de cosas nocivas para el ser humano. Entonces, surgió una ansiedad por valorizar la naturaleza, los pueblos rurales y los lugares tranquilos en los que sabemos que no hay contaminación. Por suerte surgió eso, porque es turismo”, dijo.
Si no hay naturaleza, está la historia
Para Markic, el turismo es “una materia a aprender” y en la Argentina está “erróneamente vinculado” solamente con “lugares clásicos en los que el paisaje domina todo y uno va porque hay cataratas, un glaciar, o una playa”.
“A eso hay que agregarle otras cosas y ese es el turismo que tiene que haber en los lugares que no cuentan con esos beneficios naturales, pero que, por ejemplo, tienen historia, tradición o tal vez epopeyas que están ocultas. En Santa Fe estuve en un pueblito que se llama Moisés Ville, que tiene unos 2.000 habitantes y al que van todos los judíos que vienen de Israel. A Moisés Ville le dicen ‘La Jerusalén argentina’, porque es el primer pueblito fundado en la Argentina por colonos judíos. Eso lo convierte de por sí en un pueblo turístico. Lo mismo pasa con Esperanza, también en Santa Fe, que es la primera colonia fundada durante la etapa en la que venían aluviones de inmigrantes. Y hay muchos pueblos así, con una historia particular. Algunos tienen mayor presencia y en otros hay que rascar y mover un poco, activar la historia, y seguramente aparecerán cosas del pasado que pueden mostrarse con orgullo. Para eso, hay que hacer una tarea de persuasión y hay que educar con los profesionales del turismo, pero todos los lugares, con sólo tener historia, ya tienen posibilidades turísticas”, manifestó.
“Lo que pasa es que suele decirse que otros pueblos tienen cosas extraordinarias, pero todos los pueblos tienen historias y son factibles de ser aprovechados turísticamente. Los pueblos europeos no tienen grandes glaciares ni nada por el estilo. Sin embargo, reciben 50 millones de turistas. ¿Por qué? Porque tienen castillos, tienen cosas de los romanos, de los griegos, pero eso fue creado por el hombre, no es turismo de naturaleza. Entonces, nosotros tenemos que meternos ese chip en la cabeza. Aparte de la naturaleza, que en la Argentina es muy pródiga y tenemos lugares maravillosos, también tenemos otras cosas. Y para los pueblos que no tienen esa naturaleza, está la historia”, finalizó.