En tiempos donde lo urgente muchas veces le gana a lo importante, hay historias que nos invitan a detenernos, respirar y admirar lo esencial. Una de esas historias es la de Osvaldo Serafino, un hombre de 84 años que mantiene viva una tradición tan antigua como noble: el cultivo de su propia huerta.
Con dedicación, paciencia y amor por la tierra, Osvaldo no solo continúa con su labor diaria en el huerto, sino que sigue sorprendiendo por los frutos de su esfuerzo. La más reciente cosecha de calabazas lo dice todo: una de ellas, fotografiada con orgullo, mide más de 50 centímetros y pesa 4 kilos con 580 gramos. Y lo más sorprendente es que ni siquiera es la más grande.

En cada surco sembrado, Osvaldo deja una huella de sabiduría, constancia y conexión con la naturaleza. Su historia no es solo la de un hombre y su huerta, sino también la de generaciones que aprenden del ejemplo silencioso pero contundente de quien trabaja con las manos y el corazón.
“Mi viejo, un grande”, dice Oscar, quien compartió esta historia con admiración. Y no hace falta decir mucho más. Porque a veces, los verdaderos héroes están en casa, entre plantas y tierra húmeda, enseñándonos que el verdadero crecimiento es el que se cultiva día a día.
Muy buena nota!!!. Entre tantas cosas negativas que suceden algo que reconforta.
Que genial ese Señor !!! Un ejemplo !!!!!
Felicitaciones a este señor por su cosecha el tener un pedazo de tierra hay que aprovecharlo y tiras unas semillas y tenes verduras para una ensalada o para una sopa o lo que fuera