JULIO CÉSAR BÁEZ

“No hay un día en que en algún momento no me acuerde de la Guerra de Malvinas”

El excombatiente se refirió a las secuelas físicas y psicológicas que le dejó el conflicto bélico. “Gracias a mis tres hijos y a mi señora pude salir a flote y hoy puedo decir que me siento bien”, expresó.

Como le pasa a muchos otros excombatientes, el chacabuquense Julio César Báez lleva la Guerra de Malvinas grabada a fuego en la memoria. De hecho, cuenta, a pesar de que ya pasaron 43 años no hay un día en que no le surja una imagen relacionada con ese conflicto bélico que lo tuvo como uno de sus protagonistas. También tiene presentes las secuelas que le quedaron, que no solamente son físicas.

Báez hizo el servicio militar en lo que en aquel momento era el Grupo de Artillería 101 de Junín. En diálogo con Chacabuco en Red al término del acto del viernes último en el que se conmemoró el aniversario del hundimiento del Crucero Belgrano, recordó que aquel 2 de mayo de 1982 iba en un camión que se dirigía a Comandante Luis Piedrabuena, en Santa Cruz, desde donde con su grupo cruzaría hacia las islas.

Para el excombatiente, ese 2 de mayo fue el día más triste de todos. “Creo que es el día más triste de la guerra y para mí, personalmente, el más triste de la historia argentina, porque en un ratito perdimos 323 personas, dos de las cuales eran de Chacabuco. Y aparte del dolor, ese día nos dejó una enseñanza muy grande, que es la defensa de la patria, aunque en nuestro caso hayamos tenido que ir a defenderla obligados, porque no era un gobierno democrático”, reflexionó.

La llegada de Báez a las islas fue el 12 de mayo. Iba en un grupo que llevaba algunos cañones Sofma de 155 mm, que durante la guerra se utilizaron para defender las posiciones argentinas y tratar de hostigar a los buques británicos que se acercaban. Dos días después de llegar a Malvinas se produjo el bautismo de fuego para los soldados del Grupo 101 de Junín.

“Un avión Sea Harrier inglés atacó nuestro cañón”

“A esa altura la guerra se empezaba a poner más dura, los ingleses habían desembarcado y el cañoneo naval y terrestre era cada día más intenso”, contó el chacabuquense, que semanas después, el 12 de junio, sufrió heridas de guerra.

“Un avión Sea Harrier inglés atacó nuestro cañón e hirió a cinco soldados y un cabo primero. Uno de esos cinco soldados era yo. Las heridas no fueron muy grandes, pero sí suficientes para dejarnos fuera de combate, y romper el cañón, que era lo que los ingleses buscaban. Ese ataque dejó secuelas no sólo físicas, sino también psicológicas que llegan hasta nuestros días”, relató.

Si bien, como dijo, las lesiones que sufrió no fueron muy graves, hasta el día de hoy lleva una esquirla en su glúteo derecho. “Inclusive, hace poco tenía que hacerme un estudio y no pude porque la esquirla magnetizaba el tomógrafo”, contó.

“Es una esquirla que no me molesta para nada”, afirmó Báez, e insistió en que, más que lo físico, lo peor es el daño que deja la guerra a nivel psicológico. “Si bien la familia ayuda, las secuelas psicológicas duraron muchísimos años, quizás más que el recuerdo de la guerra en sí”, expresó el excombatiente.

“Yo creo que no nos vamos a olvidar nunca”, dijo luego Báez, al referirse a cómo lo que fue Malvinas está siempre presente en la cabeza de muchos de los que estuvieron en la guerra. “No quiero hablar por todos, pero he conversado con varios muchachos y les pasa lo mismo: nos acordamos en forma permanente. En mi caso, no hay un día en que en algún momento no me acuerde de la Guerra de Malvinas. Es imposible olvidarse de eso. No sé si habrá otros hechos en la vida de una persona que te marquen de esa forma”, consideró.

La vuelta a Malvinas

“En la actualidad, afortunadamente ando bien, más allá de los achaques en la salud por la edad”, prosiguió Báez. “En relación a la guerra, en estos años tuve muchos altibajos y depresiones, pero afortunadamente, gracias a mis tres hijos y a mi señora pude salir a flote y hoy puedo decir que me siento bien”. Quizás también le haya sido de ayuda el hecho de que en octubre de 2016 pudo retornar a las islas.

“Muchos me decían ‘el día que vuelvas a Malvinas vas a cerrar el círculo’. Yo no me imaginaba que podía ser así, pero en 2016 volví y me hizo bien hacerlo. No sé bien por qué, pero fue así”, relató, al tiempo en que insistió en destacar la importancia que tuvo para él en estos años el apoyo de la familia.

Durante su visita a Malvinas, Báez pudo volver a Monte Sapper Hill, que fue el lugar donde combatió. Allí recorrió la posición y encontró el pozo de zorro en el que se refugiaba junto a sus compañeros. Además, visitó el cementerio de Darwin, donde se encuentran las cruces y los cuerpos de los soldados argentinos muertos durante la guerra. “Estar en Darwin me movió el piso mal”, señaló el excombatiente. “También conocí la bahía de San Carlos y otros lugares en los que en su momento no había estado. Recorrí Malvinas que es algo muy grande, no son dos pedacitos de tierra como algunos dicen. Malvinas son seis partidos de Chacabuco, no es algo chiquito. Es inmensamente grande y lo pude recorrer”, agregó.

En la imagen, Julio Báez, tercero desde la izquierda, junto a los excombatientes Mario Feroldi, Juan Carlos Daluisio y Marcelo Semento.

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