ZONALES

La terrible tortura que recibió un empleado rural en Vedia

Hasta le arrancaron un pedazo de oreja.

Un día de rutina laboral se convirtió en una pesadilla para Agustín Funes de 20 años, cuando sus dos empleadores lo sometieron a una brutal agresión en una estancia de la zona rural del partido de Vedia. Según la denuncia que tramita la justicia, lo golpearon, lo mordieron, le apuntaron con un arma, lo amenazaron con hacerlo “desaparecer en un tanque de cal viva” si hablaba, y lo abandonaron luego en su domicilio con instrucciones para que guardara silencio.

Agustín trabajaba como peón rural en una estancia bonaerense cuando, como era habitual, se sentó a tomar mate por la tarde junto a sus empleadores. “Era un día más de trabajo… y de pronto todo cambió para siempre”, describe la denuncia.

Según la denuncia a la que tuvo acceso el medio Infobae, los empleadores lo golpearon violentamente, lo mordieron, le colocaron un arma en la cabeza y le dijeron que lo iban a “meter en un tanque con cal viva” si llegaba a denunciar lo sucedido.

Tras la golpiza, lo llevaron en el vehículo de los empleadores hasta su domicilio en la ciudad de Junín. Para evitar dejar rastros, colocaron toallas en el asiento trasero del automóvil para que no quedara la sangre del herido en el tapizado. Además, le suministraron dos pastillas de diclofenac y le recomendaron que se diera una ducha con agua caliente.

Agustín decidió denunciar lo sucedido. Actualmente, los dos empleadores de la estancia están siendo investigados por los delitos de privación ilegítima de la libertad, lesiones y coacción, y los investigadores incluso solicitan que se considere el hecho como “intento de homicidio”.

Este grave episodio se inscribe en un contexto donde el trabajo rural muchas veces ocurre en condiciones de desigualdad, alejamiento y debilidad relativa del trabajador frente al empleador. Si bien no todos los casos tienen matices tan extremos, la denuncia pone el foco en los riesgos de violencia que pueden quedar al margen del control externo cuando se trabaja en zonas rurales o estancias.

La denuncia ya está en manos de la justicia bonaerense, que deberá investigar con detalle las circunstancias del hecho: qué motivó la agresión, cuál fue el rol de cada uno de los empleadores, la situación laboral exacta de Agustín, y la verificación médica de las lesiones que sufrió. Los investigadores ya recogen elementos que podrían elevar la calificación a intento de homicidio, en virtud de las amenazas explícitas de “desaparición”.

Más allá del daño físico —golpes, mordeduras, trauma psicológico— Agustín afronta ahora una doble barrera: la reconstrucción de su vida tras un episodio traumático, y la protección ante represalias posibles por haber denunciado. Las amenazas explícitas de los empleadores –“te matamos si hablás”– no solo elevan la gravedad del hecho, sino que plantean un contexto de coacción que puede afectar el ejercicio de sus derechos laborales y personales.

Fuente: Infobae.

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