En distintos medios de comunicación local, los concejales de la oposición se expresaron con cierta indignación porque no colocamos en nuestras bancas un cartel que decía “Fuerza pueblo venezolano”. Palabras rimbombantes en búsqueda de un efecto de simpatía pero vacías e irresponsables. Argentina tiene una extensa tradición de no injerencias en los asuntos políticos de otros países. Por lo tanto no se trata de defender un partido u otro en Venezuela. Sino las instituciones que permiten que la Democracia sea posible. Es necesario pedir transparencia en el proceso electoral y que se muestren las actas. Pero también no defender una oposición que no tiene la legitimidad democrática porque algunos de sus integrantes están denunciados como autores de intentos de golpes de estado.
Lo que no se comprende es cómo con total liviandad levantan el dedo acusador contra el bloque de Unión por la Patria pero no se ponen colorados cuando salen sonrientes en fotos con dirigentes con discursos xenófobos. O tienen la política del avestruz, escondiendo la cabeza mientras diputados de la nación visitan en las cárceles a dictadores condenados. Autores de de tortura, desapariciones y robo de niños. No se les cae ni una letra del abecedario para condenar el anuncio del gobierno nacional que quiere modificar leyes para que las fuerzas armadas intervengan en seguridad inrerna frente al “terrorismo”. Teniendo en claro que están pensando en reprimir la protesta social, previendo que el modelo económico de Milei va a generar desempleo y pobreza.
La democracia se defiende en Venezuela y en cada rincón del mundo. Sería importante que en nuestro país también. Aparte de hacer “cartel”, es imprescindible cuidar los resortes institucionales con actos coherentes.