El Hospital Rossi de la ciudad de La Plata, pionero en el servicio de cuidados paliativos, armó un protocolo para que quien muere por coronavirus no lo haga en soledad: “La muerte por Covid es muy solitaria y eso impacta en el paciente y en el proceso de duelo de la familia”, explicó a Télam la directora del centro de salud, Cecilia Jaschek.
La funcionaria sostuvo que “tampoco hay velorio que es un ritual cultural, que es parte de la sanación del duelo”.
El hospital Rossi fue el primer hospital de la provincia de Buenos Aires en crear un Servicio de Cuidados Paliativos para acompañar a los enfermos terminales en sus casas, buscando aliviar su dolor con medicina para retrasar al máximo la pérdida de autonomía y con el fin de que el paciente muera en su casa, junto a sus afectos, sus mascotas, los olores y sonidos de sus hogares.
El equipo de este servicio visita a estos pacientes terminales, dialogan con ellos y sus familiares.
Los pacientes críticos de coronavirus permanecen días aislados e intubados en una sala de terapia intensiva en la que el personal médico ingresa para controlar síntomas, tratando de estar el menor tiempo en la habitación para evitar el contagio.
Esos pacientes no reciben visitas, en la mayoría de los casos sus familiares, por ser contacto estrecho, cumplen aislamiento en sus casas y tampoco pueden presentarse a oír el parte médico diario, que debe brindarse por teléfono.
La muerte en general encuentra solos a esos pacientes, pero Cecilia Jaschek cambió eso en el hospital Rossi que dirige.
Jaschek, antes de ocupar ese cargo, fue durante años jefa del Servicio de Cuidados Paliativos, por eso impulsó el debate de un protocolo por el cual los últimos minutos de esa persona no transcurran en soledad: “En los minutos finales de esa vida, un acompañante entrenado se cambia, se viste con el equipo de protección personal e ingresa a la terapia para que no se dé en soledad esa partida”, explicó la especialista.
Y remarcó que se sigue un riguroso protocolo y si bien no se puede abrazar al moribundo contó, con emoción, que “hablar sí se puede y la palabra viene a llenar de afecto al paciente en el final de su vida”.
Fuente: Télam