El 29 de junio de 1935 se funda FORJA, Fuerza de Orientación Radical de la Joven Argentina. En estas épocas difíciles para la causa nacional, como acontece en la actualidad, vaya nuestro emocionado recuerdo para los que nos dieron ejemplo de conducta y nos señalaron un camino de progreso histórico.
Aquel era un reducido grupo de argentinos con la suficiente audacia para enarbolar su utopía en medio de la noche sombría de la primera década infame. Venían del radicalismo, de una fervorosa militancia hirigoyenista que los había conducido a la clandestinidad y a la cárcel. En esa resistencia radical, que se desarrolló entre 1930 y 1934, ni la mayor represión ni la tortura desplegada por psicópatas del régimen pudieron amedrantarlos ni atenuar sus ánimos.
Lucharon contra la dictadura de Uriburu y contra el gobierno fraudulento del general Justo. Al mismo tiempo que combatían la tendencia claudicadora de Alvear, dispuesto a insertar al radicalismo en lo que Don Hipólito había condenado como régimen falaz y descreído.
Nos preguntámos qué queda de ese radicalismo al que hoy adhieren al régimen falaz y descreído que nos gobierna a nivel nacional, aunque hay pocas pero honrosas excepciones radicales. Este grupo de radicales inclaudicante, cuyo manifiesto a fines de 1934 señaló y marcó a fuego la abdicación de la cúpula partidaria y el estado de sumisión del país frente al capital extranjero. Y por eso, aquel 29 de junio de 1935, se reunieron para proclamar somos una Argentina colonial, queremos ser una Argentina libre.
Desde ese día Forja se bregó por constituir una conciencia nacional liberadora impugnando las sucesivas entregas del régimen: El pacto de la carne, de los ferrocarriles, el escandaloso negociado de la CADE, Compañía Argentina de Electricidad, cuya prórroga en la concesión votada por los radicales alvearistas de la capital, permitió como recompensa, entre comillas, la construcción de la casa radical y como ayer hubieran condenado y denunciado a la segunda década infame.
Además, la funesta coordinación de transporte, los convenios petroleros en perjuicio de YPF y tantas otras entregas y latrocinio, a través de los análisis de Scalabrini Ortiz, los forjistas pusieron al descubierto el carácter semicolonial de nuestra economía sin industria, el primitivismo agropecuario, el endeudamiento extremo, el banco central manejado por intereses financieros particulares.
Tenemos una política colonial, tenemos una política cultural-colonial, tenemos una economía colonial, proclamaron en las esquinas, en las plazas, con voz estentoria que quería suplir la falta de recurso y de publicidad. Nueva Argentina, vendepatrias, tercera posición y liberación nacional, fueron banderas agitadas una y otra vez para conmover la conciencia colectiva.
No triunfaron en la lucha interna contra Alvear, tampoco lograron convertirse en partido, salvo hoy en Tierra del Fuego. Pero dieron las ideas fundamentales y señalaron el camino para que las masas populares se pusieran en marcha en 1945.
Entonces, con enorme generosidad, sin reclamar nada, sabiendo, como decía Jauretche, que el país ya es forjista sin saberlo, y con esa grandeza gaucha que tienen los argentinos auténticos, se disolvieron en diciembre de 1945 y pasaron a formar parte del nuevo movimiento de liberación nacional que es el peronismo.
La tarea estaba cumplida, el protagonismo popular haría el resto. Este homenaje a una conducta, a una inteligencia, a una pasión argentina, no va nostálgicamente hacia el pasado, sino hacia el futuro, y debe ser acícate para recomenzar con nuevos ímpetus a aquella vieja lucha proclamando, como exigía Forja, patria, pan, poder al pueblo.
También diríamos tierra, techo, trabajo, salud y educación, porque no queremos una Argentina colonial como es hoy, sino una Argentina libre, justa y soberana.
Ateneo Arturo Jauretche, Manuel Ugarte.