UNA HISTORIA QUE EMPEZÓ A LOS 6 AÑOS

El mago de Chacabuco cuyas invenciones trascendieron las fronteras de la Argentina

“La magia existe; es como Papá Noel, que también existe”, dice Ezequías, que es creador de juegos que hoy son utilizados por ilusionistas de muchos países.

Chacabuco tiene un mago cuya fama en el ambiente trascendió las fronteras de la Argentina no sólo por sus shows, sino también porque sus juegos e invenciones hoy son utilizados por ilusionistas de muchos países. Su nombre es Ezequiel Pérez y también se dedica al periodismo, aunque en el mundo de la magia desde hace más de tres décadas se le conoce como Ezequías.

La relación de Ezequiel con la magia es más larga que su trayectoria en los medios de comunicación. En efecto, todo nació a sus 6 años, cuando en una función del Circo Papelito, que periódicamente visitaba la ciudad, vio la actuación de Bláckaman.

“En realidad, Bláckaman no era un mago, sino un faquir, pero como yo era chico no sabía diferenciarlo con un mago. Así que después de eso iba a mi casa e intentaba hacer todo lo que le había visto a Blákaman, creyendo que era magia”, cuenta.

-¿Qué hacía Bláckaman?
-Bláckaman se introducía una espada en su esófago, o se hacía atar con cadenas y candados y se desataba. Eso hacía en esa época en el Circo Papelito. Años después se enterró en la plaza San Martín y más adelante se metió en un tanque de 200 litros con vidrio molido y el tanque giraba con él adentro. Eran todas pruebas de faquirismo, pero cuando yo era chico no sabía la diferencia entre un faquir y un mago y trataba de imitarlo. Después, por casualidad, un día llegó a la casa de mis abuelos un cofre con cosas de una docente familiar de ellos que había fallecido. Revolviendo en ese cofre encontré unas tarjetitas que explicaban juegos de magia. Así que empecé a leer las tarjetas y a hacer los juegos. A partir de eso, cuando llegaba el Día del Niño o Navidad, le pedía a mis viejos que me regalen una cajita de magia. Así empecé a hacer mis primeros juegos en un momento en que no había Internet ni absolutamente nada. Así que hasta los 15 o 16 años seguí haciendo magia con las cosas que veía, como mirar algún mago en televisión, tratando de saber qué método utilizaba y viendo la forma de replicarlo con mi método.

Curso por fascículos

-Cuando tenía 18 años, un día viajé a Junín y en el kiosco de diarios y revistas de la Terminal de Ómnibus vi el dibujo de un mago, que era Juan Tamatiz, un español muy famoso. “¿Qué es esto?”, me pregunté, y leí que ahí se hablaba de un curso de magia por fascículos de una revista. Así que me compré el fascículo número 1 y resulta que era un curso que venía de España y salía una vez por semana. En total fueron 45 fascículos, que una vez por mes venían con un videocasete en los que se explicaban juegos de magia. Eso fue una base muy importante, porque eran otro tipo de juegos, yo ya tenía 18 años y eso me sirvió durante casi un año para avanzar muchísimo. El problema es que se terminaban los 45 fascículos y no sabía cómo seguir, y quería continuar haciendo magia. Pero en el último fascículo había una publicidad pegada adentro que decía Bazar de Magia, con una dirección que era en la calle Tacuarí de la Capital Federal. Así me enteré que había un negocio que vendía cosas de magia. Entonces, cuando pude viajar a Buenos Aires, fui a ese local de magia, lo conocí y empecé a comprar mis primeros libros. Esos libros fueron los que me abrieron un abanico mucho más grande para empezar a conocer cosas más nuevas y diferentes. Además, era importante tener contacto con un local de magia en el que uno podía empezar a recibir información, porque en ese momento una vez por mes mandaban un boletín por correo dando cuenta de las novedades que había. A su vez, en el boletín se informaba dónde había congresos de magia, porque habitualmente hay congresos en distintos puntos del país una vez por año. Así pude empezar a asistir a los congresos y a aprender de magos profesionales.

-¿A esa altura ya hacías shows en público, o solamente con la familia?
-Casi hasta los 18 años lo hacía mucho delante del espejo, muy poquito para la familia y recién a los 18 o 19 años empecé a animar, entre comillas, cumpleaños de algún familiar. Después sí empecé a hacer algunos shows barriales y abiertos al público, y a ver esto como algo artístico y comercial también.

-¿Y en paralelo comenzaste a trabajar en periodismo?
-Justamente, por trabajar en los medios se frenó la faceta de mago, porque para mí era incompatible ser el periodista serio a la mañana y a la tarde hacer el payaso, entre comillas, siendo mago. Entonces, no quería dar ese paso como mago. Eso duró hasta que un día leí una entrevista a un mago muy famoso de España, Arturo de Ascanio, al que conocía, que además de mago era juez, lo cual yo no sabía. En esa nota él decía que era juez de la Corte, y al leerlo me dije “bueno, él es juez y a la vez mago, y actúa en la televisión de España, entonces tan incompatible eso no debe ser”. Eso me ayudó a dar el paso y decir “voy a explotar esta faceta artística, que es algo que me gusta” y pude separar las cosas, en cuanto a que cada personaje está en su rol, o sea, hay un personaje para el periodista y otro para el mago.

-Y en estos años, por la magia, viajaste mucho por el país y el exterior.
-Sí. Lo que pasa es que en su momento, al estar en Chacabuco y no tener la posibilidad de comprar juegos de magia, de chico empecé a fabricar mis propios juegos y a inventar los métodos para poder lograr el efecto mágico. Eso me desarrolló mucho la creatividad. Después, cuando tuve acceso a poder comprar un juego de magia, me di cuenta que todos los magos terminábamos haciendo los mismos. Entonces, dije “tengo que hacer mis propios juegos” y los empecé a construir. Cuando los colegas me veían actuar y observaban que tenía juegos diferentes me empezaron a pedir que les arme para ellos. Eso hizo que empezara a hacer conferencias para magos. Así que cuando había distintos congresos me invitaban para que explique mis ideas. En esos casos, uno cuenta las técnicas y los juegos que desarrolló y luego, si fabrica juegos, como en mi caso, los comercializa. Eso primero me llevó a Capital Federal, después a Rosario y pude recorrer varios países. Estuve en Uruguay, Chile, Brasil, Colombia y México dando conferencias y llevando mis juegos de magia. A su vez, he vendido muchos juegos a una distribuidor grande de Corea, así como a China, Estados Unidos y otros países.

-¿Lo seguís haciendo?
-Sí, lo sigo haciendo y es otra veta también dentro de la magia. Es algo que no se conoce mucho, no hay muchos fabricantes de magia en la Argentina, porque seremos dos o tres, y menos abocados a la magia infantil.

-¿Tenés muchos shows en la actualidad?
La cantidad de shows bajó un 50 por ciento en relación a dos años atrás. La situación económica, que ajustó a la Argentina en general, ajustó también al mundo artístico. Por ejemplo, el mayor trabajo que yo tenía en Chacabuco era en fiestas infantiles, a razón de un 90 por ciento de fiestas infantiles y un 10 para adultos. Eso es porque, lamentablemente, en Chacabuco la gente asocia mucho al mago con lo infantil. No ocurre lo mismo en otras ciudades, donde te contratan para un casamiento o para una fiesta de 50 o de 80 años. Y lo que está pasando ahora es que alguien que tiene que hacer una fiesta infantil y tiene ciertos recursos económicos, primero piensa en el pelotero, después en la torta y en los inflables y por último, si le queda un resto, contrata al mago. Si no, de última la fiesta la puede hacer igual sin el mago. Entonces, al ajustarse la economía, el primer eslabón que se ajusta en una fiesta infantil es el show del mago. Y si la fiesta se hace en una casa, primero se alquilan los inflables, y después se piensa en el mago. Por eso es que cayó un 50 por ciento la cantidad de shows que tenía con respecto a dos años atrás. Igualmente, por suerte tengo bastante trabajo en otras ciudades. Me muevo a unos 200 kilómetros a la redonda de Chacabuco para fiestas infantiles, y si me contrata un municipio o una empresa viajo por casi toda la provincia de Buenos Aires.

Presente en los congresos

Volviendo a su participación en congresos y encuentros nacionales e internacionales, Ezequías cuenta con orgullo que en 2023 pudo actuar en el Congreso Latinoamericano de Magia, que se realizó en Fortaleza, Brasil, y es lo más importante de lo que se realiza a nivel internacional en el continente. Además, ya está contratado para participar en la próxima edición, que se hará en Lima en febrero de 2027.

“Eso es algo que me llena de satisfacción, porque puedo representar a Chacabuco y a la Argentina en eventos de esa magnitud”, dice.

-¿Hay muchos magos en la Argentina?
-Hay, pero no muchos. Muchos son amateurs y hay pocos profesionales, y que den conferencias o que enseñen debe haber unos diez. Después, que viajen al exterior o que sean reconocidos, habrá cinco. Son magos que no son conocidos por el común de la gente. Argentina tuvo varios campeones mundiales de magia y, sin embargo, la gente no los conoce. Uno de ellos es Henry Evans, que fue campeón en 2002 y es alguien que vive viajando y haciendo shows. La gran mayoría seguramente conoce al Mago Black o al Mago Sin Dientes, pero no a Evans, que es un monstruo de la cartomagia. En su momento, muchos no conocían a René Lavand, que lamentablemente falleció. Lavand recorrió todo el mundo hispano con una baraja en el bolsillo y llenaba teatros. Sin embargo, en la Argentina nunca fue reconocido.

-¿Y en nuestra zona hay magos?
Hay, pero aficionados. Hay un aficionado en Junín, había un mago en Chivilcoy, Yey Ye, que falleció hace unos diez años, pero tampoco era profesional, y otros no hay.

-¿Cambió el público desde que empezaste en esto hasta la actualidad?
-Así como cambia el ser humano, también tuvo que modificarse la magia. Antes uno podía hacer un show de una hora para el público infantil y hoy los tiempos se reducen cada vez más porque la atención de los chicos cada vez es menor. Hoy los chicos están muy incentivados por los celulares y por TikTok y quieren todo muy rápido, cuando antes uno hacía una rutina mágica con una soga que duraba, por decir algo, 6 minutos. Eso hoy no se puede hacer más, hay que hacer juegos muy rápidos y cambiar rápidamente de elementos. Antes se podía trabajar sin equipo de sonido, y hoy hay que hacerlo sí o sí con un micrófono porque el barullo y la acotación es constante. Antes los chicos eran nada más que espectadores de lo que ocurría y ahora son partícipes permanentes, porque hablan, interrumpen, se paran, se sientan, agarran las cosas…, hay que adaptarse a esas cuestiones. Antes una rutina de magia era como un cuento, con un principio, un desarrollo y un final, y uno podía contar todo ese cuento. Hoy uno empieza a contarlo, pero no sabe cómo va a terminar, porque en el medio va a estar la interrupción de los chicos, y distintas situaciones a las que se tiene que ir adaptando. Por eso, hoy en día un show es mucho más improvisación que lo que era antes, cuando uno tenía el camino bien derechito y sabía por dónde iba a transitar.

“No quiero eso de la magia”

-¿Qué proyectos tenés?
-Muchas veces me preguntan cuál es mi objetivo y a dónde quiero llegar. La verdad es que la magia siempre me sorprendió y me dio más de lo que yo quería y buscaba. Yo nunca quise vender mis juegos de magia en el exterior y no impulso eso. Al contrario, muchos comercios del exterior me quieren comprar juegos y ya les dije a todos que no. Comercialmente me serviría, pero es un desgaste y un esfuerzo que no quiero hacer, no me divierte. Por ejemplo, cuando me compraron de Corea me pidieron 200, y estuve un mes haciendo en serie el mismo juego y la verdad es que fue algo que me aburrió. No me gusta eso, porque si algo me desgasta y me aburre y me saca de la creatividad, no quiero eso de la magia. Lo que quiero de la magia es ir a una fiesta, entretenerme con los chicos y divertirme. Si me plantean la disyuntiva de tener todos los fines de semana fiestas en Chacabuco o actuar en Brasil o Estados Unidos, me quedo con lo de Chacabuco. No cambio estar cerca de los chicos por un viaje, por conocer lugares diferentes o porque me reconozcan los colegas o no. Ese no es mi objetivo con la magia. Mi objetivo está bien cerquita, acá, y es poder seguir haciendo magia, disfrutando, divirtiéndome y que no sea un peso o una responsabilidad grande. También quiero seguir haciendo juegos de magia, desarrollarlos, mostrárselos a la gente y que les guste, con eso me conformo. Todo lo que venga después, que sería si me reconocen los magos, si les gusta y poder actuar en otros lugares, es un extra que no busco, aunque por suerte hasta ahora se vino dando como por añadidura.

-¿Lo que hacés son trucos o la magia existe?
-La magia existe; es como Papá Noel, que también existe. Como decía siempre René Lavand, hay que mirar al titiritero, y no a los hilos que manejan a esa marioneta. Hay que disfrutar de la marioneta. Creo que los adultos tenemos que hacer eso, y los chicos también: disfrutar de esa marioneta y olvidarnos de esos hilos que la manejan. Es lo que uno busca en el show. Muchas veces, cuando empiezo con el primer juego de magia los chicos dicen “lo sacaste de la manga”, lo mismo pasa con el adulto, que te mira y uno sabe lo que está pensando. Pero después, cuando uno se arremanga, y sigue haciendo el juego de magia de esa manera y muestra que las cosas no estaban en la manga, a los 5 minutos del show ya compraron la ilusión, entraron en ese mundo mágico que nosotros buscamos, y todo es parte de la ilusión. Me parece que eso es lo que tenemos que disfrutar los adultos: volver a creer en esa ilusión, divertirnos y por un ratito olvidarnos de la realidad.

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