VALORES

El deporte como escuela de valores

El deporte es mucho más que un resultado en un marcador o en una tabla de posiciones, aunque para muchos sea un objetivo de enorme valor.

El aficionado debe aceptar que cada práctica, cada partido, cada competencia, deja una enseñanza que acompaña para toda la vida. En el campo de juego se aprenden conceptos como esfuerzo, respeto, compañerismo y, también, a levantarse después de cada caída.

Lo interesante y también hermoso del deporte es que enseña sin necesidad de palabras, con la práctica constante. Un chico que se calza los botines para ir a entrenar bajo la lluvia, una jugadora que no falta nunca a los entrenamientos o un equipo que festeja unido, aunque no haya ganado, entienden en carne propia qué significa disciplina y trabajo en grupo.

Se trata de una actitud que se refleja también en quienes viven el deporte desde la tribuna o frente a la pantalla. La pasión del hincha tiene su propio aprendizaje demostrado cuando espera con paciencia, confía en su equipo y acepta la derrota con entereza. Incluso en espacios distintos, como es el entorno de las apuestas deportivas, esa pasión se vive con respeto y responsabilidad, apoyada en el análisis, la confianza y la ilusión, que también son valores a respetar.

No debería dudarse en ningún sentido que el deporte es una verdadera escuela de vida. Enseña a compartir, a escuchar y a ayudar al otro cuando lo necesita, a ceder cuando hace falta y a celebrar los logros colectivos por encima de las individualidades. También pone a prueba la resiliencia, esa capacidad de levantarse una y otra vez, por más dura que sean las caídas. Una lesión, un campeonato perdido o un mal resultado no son finales, sino oportunidades para volver más fuertes, para aprender lecciones y hacerlo mejor la próxima vez.

La mayoría de los actuales entrenadores repiten que el deporte educa tanto como cualquier materia de la escuela, y no les falta razón. La constancia, la responsabilidad de cumplir con lo prometido y la humildad de reconocer errores no se aprenden leyendo un libro, sino viviendo el día a día del entrenamiento.

En ciudades como Chacabuco, los clubes son mucho más que un lugar para jugar. Tienen la consideración entre los propios vecinos y la sociedad local en su conjunto como un punto de encuentro, una familia extendida. Ahí, grandes y chicos entienden que el talento importa, pero que la entrega, la amistad y el compañerismo pesan todavía más. En ese camino, referentes locales como Mauro Rozza son ejemplos del impacto positivo que tiene el deporte en la formación de personas y comunidades.

Por otro lado, a nivel mundial, el deporte también tiene ese poder de unir. No importa el idioma, la bandera ni las costumbres. Cuando suena el silbato o arranca una carrera, todos comparten la misma emoción. Ese sentimiento compartido, que borra fronteras y acerca culturas, es quizás uno de los mayores valores que deja el deporte.

Valga como ejemplo el trabajo en equipo en el fútbol, donde la estrella más brillante no llega a ningún lado si no tiene compañeros que lo respalden. Lo mismo pasa en el básquet o el vóley, deportes que abren espacios a la confianza, la comunicación y el esfuerzo colectivo, claves para lograr hitos y objetivos. Se trata de una enseñanza que sirve después en la vida diaria, ya sea en el trabajo, en la familia, en la calle o en cualquier proyecto que se encare.

La disciplina es otro de los grandes aprendizajes. Más allá de entrenar duro, hay que cumplir horarios, cuidarse, respetar al rival y al árbitro. Quien se levanta temprano para entrenar un domingo sabe que nada se consigue de la noche a la mañana. Esa misma constancia, trasladada a los estudios o al trabajo, da frutos tarde o temprano. El deporte crea hábitos que mejoran la calidad de vida.

la resiliencia… esa palabra que parece difícil, pero que en el deporte se entiende con el corazón. Un gol en contra, una carrera perdida o una lesión son golpes que duelen, pero que obligan a volver a empezar. El deporte enseña a aceptar lo malo y transformarlo en energía para seguir adelante. Es una lección que sirve tanto para los grandes campeones como para cualquier persona en su vida cotidiana.

Por todo esto, cuando se habla de deporte también se hace sobre los valores. Son personas que aprenden a superarse, que descubren que no todo se trata de ganar, sino de crecer con cada experiencia. Así mismo, los hinchas, en la tribuna, en casa o a través de nuevas formas de vivir la pasión, se sienten parte de algo más grande.

Al final, lo que queda no es el resultado en una planilla, sino la certeza de haber aprendido y mejorado. De haber sido parte de un equipo, de haber respetado al rival, de haber vuelto a intentarlo después de una caída. Y esa es, probablemente, la victoria más importante de todas.

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