El 4 de noviembre de 1780 comenzó la rebelión indígena encabezada por Tupac Amaru, primer revolucionario de América y el antecedente más importante de las revoluciones producidas en la patria grande.
Hechos mencionados por Bolívar en la Carta de Jamaica de 1815 y Manuel Belgrano en el Congreso de Tucumán de 1816, al sugerir una monarquía constitucional presidida por un descendiente Inca. José Gabriel Condorcarty, nacido el 19 de marzo de 1738, era reconocido como descendiente de Incas y tenía prestigio y autoridad entre los pueblos originarios. Había sido educado en el Colegio Paracasique de Cusco, sabía leer latín y hablaba correctamente el español y el quechua. Era inteligente, sensible y su privilegiada posición no le impedía ver los sufrimientos de su pueblo, sometidos al yugo español y a la escandalosa esclavitud de la mitad y la alcabala, que era cobrar altos impuestos a las ventas que realizaban los indígenas.
Así, miles de indígenas trabajaban y morían en los obrajes y en las minas. Durante años, antes de tomar la decisión de rebelarse, había buscado el apoyo de los obispos de Cusco y La Paz y otros poderosos de América para frenar los abusos que se cometían con los pueblos originarios, pero nada había conseguido. Entonces trabajó secretamente en el levantamiento que abarcó todo el altiplano y parte del noroeste argentino.
El día del alzamiento comenzó con la detención del corregidor Antonio de Arriaga, terrible torturador quien fue ejecutado por el pueblo en la plaza de Tunguzuka. Allí fueron convocados miles de indios mestizos y algunos criollos que formaron un ejército de desesperados, apenas armados con palos y cuchillos.
Ante la multitud, Tupac Amaru afirmó su voluntad de corromper el mal gobierno de tanto ladrón zángano y liberar por igual a indios y criollos. Al día siguiente comenzó a avanzar, destruyendo obrajes y sumando pueblos, obteniendo la victoria de Zangarará, pero el movimiento fue contenido y derrotado por el ejército español venido de Lima con 15.000 hombres, siendo Tupac Amaru detenido y torturado cruelmente.
Durante los tormentos no reveló ni un solo nombre de sus colaboradores. Dicen que casi en agonía le dijo al dignatario español, nosotros somos los únicos culpables, vuestra merced por haber oprimido al pueblo y yo por haber querido libertarlo.
Finalmente murió descuartizado y también todos los que lo acompañaban en este grito de libertad. Por esto y mucho más, la rebelión de Tupac Amaru es un faro luminoso que marca nuestro camino hasta la actualidad. De la Justicia Social, la Soberanía Política y la Independencia Económica.
Me gustan mucho ,las notas del Dr.Coronel que éste medio publica semanalmente ,es una manera de recordarnos episodios históricos que por ahí tenemos olvidados y nos recuerdan la depredación y muerte , que los pueblos originarios de América sufrieron a manos de los europeos especialmente los españoles ,en lo que atañe a los argentinos ,en ésta última.. publicación.