OPINIÓN

El 29 de julio del 2000 se suicidó René Favaloro

Columna de opinión del Dr. Nelson Coronel.

Se sintió solo, abandonado. Fue una decisión difícil, pero sí meditada. Se pegó un tiro en el órgano que él conocía como nadie, el corazón. Fue y es el cardiólogo más importante de la historia argentina y uno de los precursores a nivel mundial de la cirugía cardiovascular.

Inventó el bypass, fundó el instituto de cardiología más completo de Latinoamérica y practicó los primeros trasplantes de corazón en el país. Se recibió en la Universidad Nacional de La Plata en 1948 y a los dos años recaló en Jacinto Arao, un pueblo de la Pampa, donde se desempeñó como médico rural durante 10 años, para viajar luego a Estados Unidos con el fin de profundizar sus estudios y realizar con su invención el primer bypass.

Era un hombre obsesionado por la educación, la ciencia y la tecnología. ¿Qué pensaría hoy Favaloro ante el gobierno neoliberal actual que reduce el presupuesto en educación, ciencia y tecnología, cuyo desarrollo son fundamentales para el bienestar del pueblo y la grandeza de una nación?

Atendía por igual a pobres y ricos. A estos últimos, los ricos le pedían que no evadieran los impuestos y que pagaran, y no fugaran su riqueza a los paraísos fiscales y cuentas offshore. Remontándose en la historia, llegó a expresar también que, cuando se implementan políticas neoliberales, los seres humanos vivirían mejor con el señor feudal que con el neoliberalismo.

Favaloro no sólo conocía la problemática sobre la salud pública, sino también sabía de historia y política. Yo personalmente le escuché decir en una de sus charlas que el médico que sólo sabe de medicina no sabe nada. Decía además que no sólo hay que pensar en el progreso de uno mismo, sino también en el país y en su pueblo. Hubo muchas campañas y causas. Algunos hombres y mujeres que apretaron el gatillo de su revólver calibre 38, ese 29 de julio del año 2000, todos se unieron para llevar a la desesperación a un hombre que a los 77 años, abrumado por la situación financiera de su fundación, no tuvo otra salida que el suicidio.

Entre las obras sociales que adeudaban cifras millonarias estaba el PAMI. Y usted se preguntará, lector, ¿quién estaba al frente del PAMI en calidad de interventor? El señor Rodríguez Larreta, y ¿quién era su asesora? María Eugenia Vidal. De sus reclamos y cartas enviadas, ni el presidente De la Rúa le prestó atención. En otra carta decía, estoy cansado de luchar y luchar, galopando contra el viento, como decía Don Ata.

No ha sido una decisión fácil, pero sí meditada. Volvió a su natal Jacinto Arao a través de las cenizas de su cuerpo, cremado por propia decisión. Cenizas esparcidas por el viento, pero su obra, su dignidad, su fuerza interior, su honorabilidad nos señala un camino a todos los argentinos.

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