Se trataba del telégrafo mercantil y fue fundado por el extremeño Francisco Antonio Cabella y Mesa, quien se definía a sí mismo como el primer escritor periodista de Buenos Aires y Lima. El hombre tenía ya su experiencia en el oficio., había trabajado en el Mercurio peruano y editado el diario en Lima en 1790.
El periódico aparecía los miércoles y sábados, después también los domingos y constaba de ocho páginas impresas en la imprenta de los niños Expósito. Traía un poco de todo. Noticias sobre precios de mercadería, datos de navegación, notas sobre geografía, medicina, meteorología, comercio, educación y agricultura. No faltaban poemas y críticas sobre problemas sociales.
Parece que el público leía con mucho entusiasmo cada número y reclamaba la publicación de temas de interés. El editor debió contestar que era imposible darle el gusto a tanta gente. También tenía un activo sector de avisos, prehistoria de los clasificados, donde podían encontrarse este tipo de anuncios: Nodrizas, hay varias de primera y segunda leche, esclavas y libres, quien las necesite, concurra a este despacho, se le enseñarán sus apuntes. O este otro, Doña Juana Petrona Cueli, vende un negro en 350 pesos sin asegurarle de vicios.
Por fin, luego de 110 números, el telégrafo dejó de existir el 17 de octubre de 1802. El virrey del Pino aplicó la censura ante lo que consideró poca pericia en la elección de los materiales. Don Cabello y Mesa no tuvo mejor fin, por razones que se desconocen, fue a parar a la cárcel y murió en el patíbulo.