A una semana de su internación, la doctora Magdalena Forti recibió el alta médica y dejó la tercer ala del Hospital para finalizar la recuperación en su casa.
Había contraído el virus trabajando en el Hopsital Municipal de Bragado. Al recibir el alta publicó el siguiente comunicado:
LAS GUERRERAS TAMBIÉN NOS CAEMOS.
(Autoretrato de una Pandemia)
La vida, nos pone pruebas todo el tiempo, algunas fáciles, otras medianamente difíciles y otras que pensamos que va a derrumbarnos por completo. Esta última experiencia que me tocó vivir, se asemeja mucho a eso… Cómo muchos saben, trabajar en salud, este último tiempo, se ha convertido en una guerra, un lugar desolado, lleno de enfermedad, desasosiego y muerte.
Trabajar en salud en estos tiempos, me deja la imagen de desolación de la guerra de Malvinas. Ésta vez, me tocó a mí caer en pleno campo de batalla, minado. Esta vez, me tuvieron que cuidar a mi mis colegas, y enfermeros y yo dejarme cuidar, agachar la cabeza y “hacer caso”.
Ese agachar la cabeza que las guerreras no estamos acostumbradas porque siempre le ponemos el lomo, siempre damos más de lo que nuestra mente, cuerpo y alma pueden, porque sacamos la fortaleza vaya a saber de dónde, porque yo amo lo que hago, hasta el punto de que no lo considero trabajo.
Cómo la mayoría sabe amaba agarrar el auto la ruta e ir a ese hospital que tanto me ha devuelto su gente y mis compañeros. Ahora es momento de agradecer, a mis compañeros del San Luis de Bragado, los eternos de Sanatorio Junín (mi cuna) y los compañeros del hospital de Carmen de Areco que siempre estuvieron al lado mío a pesar de la distancia, al ALA 3 del hospital Ntra Sra del Carmen de Chacabuco, con todo su maravilloso personal de salud, a la Lic. Virna Ventimiglia, mi sostén, a las Dra. Cintia Pérez, Dra. Andrea Dacciavo, Dra. Daniela González Rivas, Dra Alicia Pagola, Dra Fernanda Callone, que contribuyeron a mi mejoría, a todo el personal de laboratorio, tomografía, ventanilla, camilleros, y a todos los Enfermeros, que me bancaron y estuvieron siempre pendientes de las necesidades que uno puede tener.
A todo ese pasillo del hospital, lleno de gente inmensamente grande que hacen que los días sean menos dolorosos. Gracias eternas a todos y a cada uno de ellos.
Dra. Magdalena Forti