HISTORIAS

De Chacabuco al fin del mundo: la historia de Víctor y su viaje en colectivo por Sudamérica

Volverá a la Argentina en los próximos días.

Hace cuatro años, Víctor Daniel Cotelieso tomó una decisión que le cambiaría la vida: compró un colectivo con la idea de convertirlo en su hogar rodante y salir a recorrer Sudamérica. Lo que comenzó como un proyecto laboral para llevar chicos a partidos de fútbol y salidas nocturnas en Chacabuco, terminó convirtiéndose en una travesía de miles de kilómetros, atravesando selvas, montañas, costas y culturas.

“Lo armé todo yo”, cuenta Víctor, orgulloso. Se trata de un Mercedes Benz 1618, modelo 2011, con caja automática, adaptado completamente para la vida nómade: cocina, cama, baño y espacio para viajar con comodidad. Lo más impresionante es que cruzaron tres veces la Cordillera de los Andes, alcanzando altitudes de hasta 4.700 metros, y recorrieron la costa entera del continente: del Pacífico al Atlántico, incluyendo el Caribe venezolano.

Junto a su pareja, Jessica Lorena Revolini, y su fiel compañero de cuatro patas, Sheldon —un Golden Retriever que incluso tiene su propia cuenta de Instagram bajo el nombre Sheldon el perro viajero—, emprendieron la ruta en agosto, rumbo al sur. Llegaron a Ushuaia, subieron por Chile, cruzaron Bolivia, Perú, Ecuador, Colombia y Venezuela. Luego descendieron por el Amazonas navegando cinco días en un ferry, hasta alcanzar Brasil, donde recorrieron toda la costa.

En el camino, descubrieron que no estaban solos. “Arrancamos con Instagram en Colombia, donde un chico nos dijo que había gente que tenía hasta YouTube con menos cosas que nosotros”, cuenta Víctor. Así nació Amigos sin Fronteras, la cuenta donde comparten fotos, reels y resúmenes de cada etapa del viaje. “Sheldon tiene más seguidores que nosotros”, dice entre risas.

Pero esta no fue su primera aventura. Años atrás, Víctor había llegado a Brasil en una moto 110, solo y con una mochila. “Me fui en siete días y medio, estuve una semana allá y volví. Esa misma moto hoy la llevo colgada atrás del colectivo”, recuerda.

La historia de Víctor y su familia no es solo una crónica de viaje, sino también una inspiración. “Está bueno que la gente se dé cuenta que se puede. Uno tiene sus limitaciones en la cabeza y piensa que no, pero si te lo proponés, todo es posible”, reflexiona.

Hoy, ya en la etapa final de su viaje, están próximos a volver a casa. “Si Dios quiere, en unos días estamos de nuevo por Argentina”, concluye Víctor, con la emoción de quien sabe que cumplió un sueño que muchos solo se animan a imaginar.

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