Esta mañana al pie del monumento a San Martín, se desarrollará un acto en conmemoración de la batalla de Chacabuco, ocurrida hace 207 años. En honor a este importante acontecimiento para la historia Argentina, nuestra ciudad lleva su nombre.
La batalla de Chacabuco:
La batalla de Chacabuco fue el desenlace de la campaña de los Andes y el inicio de una sucesión de batallas que garantizaron el fin del dominio colonial español en Sudamérica.
El 12 de febrero de 1817 se desarrolló la batalla de Chacabuco, a unos 55 km. al norte de la ciudad de Santiago de Chile.
Hace doscientos siete años se enfrentaron las tropas independentistas del Ejército de los Andes en alianza con los patriotas chilenos al mando del general San Martín, y el Ejército Realista al mando del coronel Maroto. No fue una batalla simple, pero luego de incertidumbre y complicaciones resultó una contundente victoria de los patriotas, fundamental para la Independencia de Chile y la región.
Según el plan de San Martín, llegaron a Chile cruzando en seis columnas: dos principales y cuatro destacamentos menores hacia el norte y hacia el sur para desorientar a los realistas. Las columnas principales avanzaron una por el paso de Uspallata a las órdenes de Las Heras. La otra, dividida en tres al mando de Soler, O’Higgins y San Martín respectivamente, cruzaron por Los Patos.
Una vez que las columnas mayores del ejército cruzaron la cordillera se reunieron el 9 de febrero en el campamento Curimón, donde San Martín concentró las tropas y planificó la estrategia para el enfrentamiento en la cuesta de Chacabuco con una ofensiva contra el Ejército Realista que salió a enfrentar a los patriotas para frenar su avance. Bajo el mando del coronel Maroto, las tropas realistas esperaron para evitar que los revolucionarios avancen y entren en Santiago. Éstas la conformaban unos 2500 hombres: una compañía de húsares y varios batallones de infantería. Y en la víspera de la batalla, fijaron campamento en las casas de la hacienda de Chacabuco.
Las tropas patriotas estaban integradas por unos 3500 hombres en total: los batallones Nº 1 de Cazadores de los Andes y Nº 11 de Infantería, con el apoyo de los batallones 7 y 8 de Infantería, y 4 escuadrones de Granaderos a Caballo. En la madrugada del día 12, el general San Martín decidió atacar. El plan era usar una táctica de pinzas para encerrar a las tropas enemigas por el frente y la retaguardia, y para ello dividió a las fuerzas disponibles en dos: la Primera División o ala derecha al mando de Miguel Estanislao Soler ( 2000 hombres), debía atacar por el oeste. La Segunda División o ala izquierda al mando de Bernardo O’Higgins ((1500 hombres), debía atacar por el este.
De este modo se llegó a la batalla de Chacabuco, con una estrategia cuidadosamente planeada. Pero las cosas no salieron según lo previsto, y durante horas el resultado del combate fue incierto. Así fue que el jefe del Ejército de Los Andes debió improvisar sobre la marcha, tomando grandes riesgos. Entre ellos, involucrarse él mismo en el combate.
El plan original consistía en enviar una de las columnas para atacar por el frente a las fuerzas realistas, a fin de fijarlos –”aferrarlos” en lenguaje militar – en el terreno. De este modo ganarían tiempo, mientras que la otra columna intentaría rodearlos con el propósito de atacar por el flanco y la retaguardia en un movimiento envolvente. Para ello, San Martín envó a O’Higgins al frente de la división menos numerosa por el camino más corto y peligroso. Una pendiente escarpada (la cuesta vieja), atacaría a las fuerzas realistas que suponía pertrechadas en las casas de Chacabuco. Por su parte, Soler, debía marchar con su división hacia el mismo lugar pero por el camino de Montenegro. Más largo y llano (la cuesta nueva), a fin de aparecer por el flanco y decidir la suerte de la batalla. En principio, la orden a O’Higgins era demorar el combate hasta la llegada de Soler, para atacar juntos al grueso del Ejército Realista. Uno por el este, otro por el oeste. Y la columna al mando de San Martín, por el frente.
Llegado el momento, O’Higgins se impacienta, y al no recibir órdenes decide avanzar hacia el cerro Los Halcones. Allí desplegó sus fuerzas e inició solo el ataque, mientras un mensajero fue enviado para informarle la situación San Martín. Sin embargo, el terreno no era propicio para el ataque. Había quebradas que dificultaban el avance de la caballería, y esa primera carga de O’Higgins contra los españoles fue vencida debiendo a retroceder.
Hay distintas versiones sobre el móvil de la premura de este movimiento ofensivo, y si bien O’Higgins era valiente y temerario, no tenía la experiencia militar ni los conocimientos estratégicos de San Martín y puso en riesgo el resultado final. “El general O’Higgins –escribe Carlos A. Pueyrredón en La Campaña de los Andes –, al divisar a las tropas opresoras de su Patria, no pudo contenerse, e impulsado por su valor legendario se lanzó a la carga, resuelta e imprudentemente, contrariando las instrucciones de San Martín de esperar a la División Soler, para iniciar juntos el combate”.
Al ser advertido San Martín de lo ocurrido, envía una orden a Soler para que atacara de inmediato. Pero ante la gravedad de la situación, decide intervenir él mismo y avanzar de frente en el campo de batalla. Entonces bajó la cuesta delante de sus granaderos, llegando justo en el momento en que O’Higgins se disponía a lanzar un nuevo ataque contra el enemigo. Finalmente llega una división de adelantados de Soler, armándose el envolvimiento completo del flanco izquierdo y de la espalda que destrozó la retaguardia realista para consolidar una aplastante victoria a favor de los patriotas.
Al conocerse las noticias de la victoria y de la participación directa de San Martín en el campo de batalla en tan crítica situación, el director Supremo de las Provincias Unidas, Juan Martín de Pueyrredón le escribe alarmado una carta en la que dice:
“¡Gloria al restaurador de Chile! Sí, mi amigo querido, la fortuna ha favorecido los heroicos esfuerzos de usted y la América nunca olvidará la valiente empresa de usted sobre Chile, venciendo a la naturaleza en sus mayores dificultades. Usted venció y yo me glorío con usted y lo abrazo con toda ternura de mi alma reconocida a sus servicios. Ayer ha sido un día de locura para este gran pueblo. No tengo tiempo para expresar a usted los términos con que se ha explicado el sentimiento de regocijo público por la victoria de Chacabuco, cuya noticia llegó a las nueve de la mañana por pliego despachado con Luzuriaga. Eran las once de la noche y aún se oía un ruido sordo de vivas en toda la ciudad. La fortaleza y seis buques de nuestra marina hicieron salva triple. Escalada que conduce los pliegos no ha llegado y me tiene su demora impaciente porque quiero imponerme de algunos pormenores de la acción. Lo que sé por Luzuriaga es que usted con dos escuadrones de granaderos tuvo que meterse entre las líneas enemigas. De esto infiero, o que la cosa estuvo apurada, o que no tuvo usted jefe de caballería de confianza, porque en todo otro caso yo acusaría a usted del riesgo en que se puso. Dígame usted con la franqueza que debe lo que hubo en esto; mientras yo quedo en el más grave cuidado con la noticia que también me da Luzuriaga, de que en resultas de la fatiga personal que usted tomó en la acción quedaba muy afligido de su pecho. Por Dios, cuídese usted, porque su vida y su salud interesan extraordinariamente al país y a sus amigos”
El ataque combinado de O’Higgins y San Martín, sumado al de Soler, rompió las filas realistas y provocó la retirada la caballería mientras que la infantería fue perseguida por varios kilómetros. De este modo, la batalla que había comenzado a tempranas horas de la madrugada del día 12 de febrero, terminó entre las 3 y 4 de la tarde. Horas más tarde sobre el campo de batall,a San Martín escribe el parte de guerra al gobierno central:
“Exemo. Señor: una división de 1.800 hombres del ejército de Chile, acaba de ser destrozada en los llanos de Chacabuco por el ejército de mi mando, en la tarde de hoy. Seiscientos prisioneros, entre ellos treinta oficiales, cuatrocientos cincuenta muertos y una bandera, que tengo el honor de dirigir, es el resultado de una jornada feliz, con más de mil fusiles y dos cañones. La premura del tiempo no me permite extenderme en detalles que terminaré lo más breve que me sea posible; en el entretanto debo decir a V.E., que no hay expresiones como ponderar la bravura de estas tropas; nuestra pérdida no alcanza a cien hombres. Estoy sumamente reconocido a la brillante conducta, valor y conocimientos de los señores brigadieres don Miguel Soler y don Bernardo O’Higgins. Dios guarde a V.E. muchos años. Cuartel general de Chacabuco, en el campo de batalla y febrero 12 de 1817.”
Chacabuco fue una victoria completa que les dio a los patriotas el dominio de Santiago, el 14 de febrero, con el ingreso a la ciudad capital de Chile. Sugobernador Marcó del Pont intentó huir, pero fue capturado en Valparaíso cuando se preparaba para abordar un barco hacia Lima. En ese momento, los chilenos le ofrecieron a San Martín la máxima jefatura de gobierno como Director Supremo de Chile. Pero él rechazó el ofrecimiento, recomendando en su lugar el nombramiento de O’Higgins, con quien tenía una relación de mutuo respeto y amistad.
Cuando el 12 de febrero de 1817 las tropas rioplatenses y sus aliados chilenos triunfaron en Chacabuco, la guerra por la Independencia comenzó a definirse para América del Sur a favor de los patriotas. La batalla fue el desenlace de la campaña de los Andes, la más compleja de las operaciones militares que realizaron los revolucionarios del Río de la Plata y el inicio de una sucesión de batallas que garantizaron el fin del dominio colonial español en Sudamérica.
Fuente: Museo Histórico Nacional