En el predio en el que se encuentra la capilla San Cayetano, a un costado del edificio, se encuentra una derruida estatua del general José de San Martín hecha con cemento. La obra fue realizada en 1930, por encargo de doña Benedicta Sarlo de Vaninetti y es la primera de las que hubo en Chacabuco en la que el Libertador de los Andes se encuentra montando a caballo.
A Benedicta Sarlo, que vivió entre 1878 y 1953, se le adjudicaban poderes de sanación, aunque, sobre todo, tenía muchos conocimientos de medicina natural. Además, era muy benefactora, creyente y patriota. Muestra de esto último es que haya encargado la construcción de la estatua de San Martín, que fue realizada en forma gratuita por un artista local llamado Blas Forte, mientras que el basamento fue hecho por el marmolero José Di Toro y su hijo Ermedoro Severo.
En la parte delantera del monumento figura el nombre de Benedicta Sarlo y la leyenda “Para la posteridad rinde a su Patria en humilde devoción al inmortal Libertador de América Latina, General José de San Martín 1810-1930”.
La profesora Adriana Vaninetti, bisnieta de Benedicta, contó a Chacabuco en Red que el que hizo construir su bisabuela es “el primer monumento ecuestre de San Martín que tenemos en Chacabuco”, porque el que en ese momento estaba en la plaza San Martín era “pedestre”, o sea, tenía al Libertador de pie, y no a caballo. De hecho, esa figura del General San Martín que tuvo originalmente la plaza principal despertó muchas resistencias en la comunidad y fue por ello que años después, en 1954, se instaló una nueva estatua, que esta vez sí lo tenía al prócer montando a caballo. Cuando se hizo ese cambio, la estatua pedestre fue trasladada a la plaza principal de O’Higgins.
El caso es que la profesora Vaninetti está abocada a lograr la restauración del monumento del barrio San Cayetano.
“Estoy en contacto con la arquitecta Melisa Maida, que muy gentilmente ha propuesto ocuparse de la restauración. Vamos a ver qué es lo que se puede hacer, porque este monumento no fue esculpido, sino que fue modelado sobre alambre, hierro y cemento. El señor que lo ejecutó no era un eximio escultor, por lo que hay que ver qué se puede hacer”, dijo.
“Es un patrimonio histórico”
“La idea es poder recuperarlo porque es un patrimonio histórico”, prosiguió la bisnieta de Benedicta, que tiene en su casa las pancartas que en su momento hizo su bisabuela para invitar a la población a concurrir al acto de inauguración del monumento. Como parte de los festejos, ese día hubo disparos de bombas, reparto de pan y predicaciones.

Adriana relató que Benedicta Sarlo era “muy, pero muy patriota”. de hecho, agregó, tuvo sus manos sables utilizados en las campañas de San Martín que eran de su bisabuela y luego fueron donados a la Curia. “Además, ella imitaba los valores de Juana de Arco, que también había luchado por la religión y por su patria en ese momento, y admiraba profundamente a San Martín”, completó.
El predio en el que se encuentra la capilla San Cayetano se denominaba Villa La Providencia y era propiedad de La Benedicta, como la llamaban. En la parte trasera del basamento de la estatua de San Martín se escribió que la propietaria de esas tierras “luchó incesantemente para ver instalada en la Villa La Providencia la Cuna Maternal”.
Vaninetti contó que guarda en su casa el acta en la que figura la donación del predio, por parte de bisabuela, a la Curia de Mercedes.
“Todo lo que ahora es el barrio San Cayetano era de su pertenencia, incluida la manzana en la que está la capilla, que fue donada a la Curia con dos condiciones: que mi tío abuelo José Galante, que era el administrador de ella, estuviese aquí hasta su muerte, cuidando todo, y que luego todo se donase para hacer lo que ella llamaba una cuna maternal, es decir, algo semejante a lo que ahora es la Asociación Miguel Gil”, relató la bisnieta, y agregó: “Eso no se cumplió, pero en este momento se está trabajando muchísimo, desde la parroquia de la Asunción, como para ayudar a los niños, pero que fuese una residencia para niños huérfanos, que es lo que ella pedía, lamentablemente no se cumplió”.
El legado de La Benedicta

Allá por el año 2000 se vivió todo un acontecimiento en la capilla del barrio San Cayetano, cuando se hicieron excavaciones ante el altar del templo porque había quienes decían que allí se guardaba un legado que había dejado doña Benedicta con el pedido de que no se lo conociera hasta llegado el nuevo siglo. Por aquellos días, se hablaba de la posibilidad de que bajo la capilla existiese una suerte de tesoro escondido o algo parecido. Así, en una jornada que tuvo hasta la presencia del arzobispo de ese entonces se trabajó durante varias horas en la remoción de baldosas y tierra, pero no se halló nada de nada.
Para la bisnieta, fue algo que no tuvo absolutamente ningún sentido.
“Era una equivocación de la gente, que suponía que ella había guardado objetos o alguna profecía de tipo catastrófico. No es así. Lo que ella le transmitió tanto a mi tío abuelo como a mi señor padre, Carlos Vaninetti, es que la gente tenía que cuidar muchísimo la tierra, porque es un legado de Dios, y cuando llegaran años como el 2000, por ejemplo, si la gente era muy egoísta y muy descuidada no iba a poder comer de lo que cultivase, porque iba a estar todo contaminado. O sea, ella hablaba de lo que era la contaminación física y de la contaminación espiritual del ser humano, pero en ningún momento se habló de dejar ningún tipo de profecía catastrófica ni de objetos”, explicó.
Además de trabajar en la restauración de la estatua de San Martín, Adriana Vaninetti es autora de un archivo interactivo sobre Chacabuco.