Arturo Jauretche fue un patriota indo-latino-americano que nacía el 13 de noviembre de 1901 y moría un 25 de mayo de 1974. Los presidentes le consultaban, sus colegas le temían. Escritor, ensayista y polemista feroz, sigue siendo el pensador más corrosivo de Argentina.
¿Quién fue y es Arturo Jauretche? ¿Por qué lo recordamos como nuestro pensador guía? Su fama no nace de la televisión, ni de la gran prensa, ni del prestigio académico. No estamos ante un héroe mediático, porque enseñó a pensar el país, nuestro país, desde la realidad profunda de su pueblo, a pensar y actuar para la liberación nacional y social, para no ser un colonizado mental y servir a la dependencia interna y o foránea.
Jauretche provenía de una familia de clase media, hijo de inmigrantes. En Buenos Aires, siendo estudiante universitario, se inclinó por el radicalismo yrigoyenista. Rompió con el partido radical cuando Alvear ganó su dirección, traicionando el legado del viejo conductor, muerto poco después de su derrocamiento.
Qué bien harían hoy las bases radicales si hicieran ese ejemplo ante la traición de una parte de su dirigencia, Hoy son lamebotas del régimen de Cambiemos, del Pro, y hoy, con Milei y Villarruel, al que Yrigoyen como Alem y Alfonsín tanto combatieron.
Tomó las armas contra el dictador Uriburu, de lo cual dio testimonio en su poema Paso de los Libres, escenario de la desigual batalla. A mediados de 1930, con otros compañeros, entre los cuales se encontraba Scalabrini Ortiz y Homero Manzi, fundaron Forja para oponerse a la complicidad de su partido con el régimen conservador.
En 1945, confluye con el peronismo, aunque fue escasa su participación en el nuevo gobierno, un breve tránsito por el Banco Provincia de Buenos Aires. Ni él ni sus compañeros Scalabrini Ortiz fueron llamados a ejercer la docencia universitaria. Su obra escrita gira en torno a lo que él llamó la colonización ideológica. El imperialismo y sus aliados internos, la oligarquía y los escribas del poder mediático, los famosos mentimedios y todo lo que comunican, que no se juzgan con su poder económico y financiero, fue desnudado por su pluma y su accionar.
Y él agrega que esa dominación no se consumaría sin estar acompañada de la dominación cultural, al que nos hace interiorizar como propia las ideas que convienen a los grandes poderes, llevándonos a comprar con el manual del almacenero. Ellas conforman nuestra mentalidad por obra de la escuela, la prensa y demás transmisores de una falsa cultura, que nos impide ver aquello que miramos, más aún que nos induce a ver otra cosa que la que estamos mirando.
En su manual de zonceras argentinas, Jauretche pasa revista a esas ideas impuestas que nos inducen a interpretar en forma distorsiva la realidad. La zoncera madre, dice Jauretche, es de cuño sarmientina: civilización o barbarie, que degrada lo propio y nos hace admitir los dogmas impuestos por la propaganda imperial.
Fue entonces que la irrupción de la joven clase trabajadora en la jornada del 17 de octubre del 45, defendiendo la dignidad del trabajo, fue vista por muchos miembros de la clase media como una irrupción de la barbarie, porque no usaban corbata. Miraban a ese nuevo sujeto, sin duda turbulento, pero no lo veían en su realidad profunda, en su sed de justicia social, sino con lentes sarmientinas, colonizados ideológicamente.
Esa clase media cambiante, frágil de memoria. Recuerdo cuando cantaba piquetes y cacerola, la lucha es una sola. Consigna que hoy, una parte de esa clase media olvida, para oponerse a los proyectos que permiten su ascenso social.
Recuperar la capacidad de poder ver la realidad que miramos, es un paso indispensable para combatir la colonización ideológica. Lo mejor es abrir los libros y ensayos de Jauretche, que fue además de un gran escritor, uno de los prosistas más inspirados del siglo pasado, dueño de un estilo expresivo, impregnado de humor y experiencia, que expone sus argumentos con criolla sencillez coloquial.