El 17 de octubre de 1945, la vieja oligarquía agroexportadora planeaba prolongar la injusticia y la entrega realizada durante la década infame y ante el ascenso y prestigio de Perón en la clase trabajadora y otros sectores marginados de la vida política y económica, llámense peones rurales, clases medias empobrecidas, ahora dignificadas por las conquistas sociales ejecutadas por el coronel, entonces en un golpe de palacio la oligarquía y las clases dominantes lo apresan y lo envían detenido a la isla Martín García, ante este hecho los trabajadores irrumpen en el escenario político quebrando ese intento y marcando un nuevo rumbo al curso de nuestra historia nacional y latinoamericana.
La presencia multitudinaria en la plaza de las grandes jornadas impuso la obligatoriedad de elecciones libres poniendo punto final al proyecto oligárquico imperialista. Poco después Perón triunfaba en las elecciones del 24 de febrero de 1946 y asumía el 4 de julio desplegando las tres banderas soberanía política, independencia económica y justicia social, banderas que olvidada volvieron a hacerse realidad con el peronismo kirchnerista a partir del 2003 al 2015.
La argentina de entonces, también conocida como los años de la década infame, agroexportadora de economía complementaria del imperio británico, con su modelo exportador con escaso valor agregado, de bajo costo salarial, nulo desarrollo industrial y amplios sectores del aparato productivo y de servicio en manos del capital extranjero, quedó atrás. Proyecto que hoy encarna Millei y Villarruel con su política económica de devaluación, desocupación, cierre de fábricas, destrucción del mercado interno, represión y endeudamiento descomunal, por citar algunos ejemplos, reeditando nuevamente esos intereses antinacionales que hoy hacen carne en el pueblo argentino.
Pero volviendo a ese 17 de octubre, es donde comenzó a cristalizarse el proyecto de una nueva Argentina, así el gobierno se apropió de una importante porción de la renta agraria diferencial, son las tan mentadas retenciones actuales. El peronismo, a través del manejo del comercio exterior y el tipo de cambio, puso en marcha un proceso de liberación nacional, centrado en la industrialización, el mercado interno, en expansión, la nacionalización de resortes económicos fundamentales, una avanzada legislación social y una redistribución del ingreso nacional a favor de los trabajadores, como hizo el rostro peronista kirchnerista.
Aunque hubo cuentas pendientes con Perón, faltó expropiar la pampa húmeda, mal habida por la oligarquía terrateniente, y con el kirchnerismo, minería, reforma tributaria, nacionalización del comercio exterior, batalla cultural, por solo nombrar algunas. De ahí la necesidad de seguir profundizando un proyecto político que contemple los siguientes ítems. Primero, persistir en la unificación de América Latina.
Dos, organización política de las mayorías populares en un frente y un programa de liberación nacional y social, y ganar las calles para terminar con el loteo y venta de nuestra patria que está haciendo el gobierno de Milei y Villarruel.
Tres, control nacional de los recursos estratégicos, como por ejemplo nacionalización de puertos y ríos y del comercio exterior.
Cuatro, sostener la batalla cultural como cuestión central, creando las condiciones subjetivas y objetivas de una patria justa, libre y soberana.
Quinto, mayor federalismo y profundización de la democracia política, llamando a una asamblea constituyente para una nueva constitución.
Seis, autogestión y congestión de los trabajadores y usuarios de las empresas del Estado. Y siete, desarrollo continuo de la ciencia y la tecnología.
Como punto final decimos que explicar los sucesos históricos por la existencia de un hombre determinado resulta tan errónea como explicarlo solamente por las luchas de masa. No puede existir lo uno sin lo otro. Los líderes son la síntesis viva de las aspiraciones de las masas populares porque ganan su confianza y la práctica en todas sus dimensiones.