OPINIÓN

16 de junio: Bombardeo a Plaza de Mayo

Publicación del Dr. Nelson Coronel.

El 16 de junio a las 12 horas y 40 minutos, una escuadrilla a cargo del Capital Noriega desciende sobre la casa de gobierno, dejando caer una bomba de 100 kilos con el objetivo de matar a Perón. Fueron 28 bombarderos que arrojaron 100 bombas en menos de 3 horas de ataque.

También lo hicieron sobre la CGT y la Biblioteca Nacional. En esos aviones iban Miguel Ángel Zavala Ortiz y el capitán Osvaldo Casciatore, más tarde intendente de Buenos Aires por la dictadura cívico-militar de 1976. El accionar de estos criminales fue y es doblemente reprochable porque bombardearon a miles de inocentes e intentaron derrocar a un gobierno elegido democráticamente por el 70% de la población.

Los muertos fueron más de 350 personas, todos inocentes. Ahora haremos un poco de historia y repasemos qué pasó desde los albores de nuestra patria, hechos que también se pueden extender a toda la patria grande. Las clases dominantes tienen una fuerte propensión al asesinato, y esa propensión les viene desde el fondo de nuestra historia. Es así como los gauchos retobados de las grandes fincas del norte suelen morir a manos del familiar, un misterioso demonio que sirve a las grandes familias de la gente decente y encuentra su origen en la encomienda colonial.

Durante la lucha de Buenos Aires contra el gauchaje artiguista y federal, los comandantes unitarios inventaban la tortura del enchalecamiento para asesinar prisioneros indefensos. Desde entonces, un torrente de tortura y sangre popular fluye de cada intervención porteña en el interior del país durante 70 largos años.

A principio de la década de 1860, Sarmiento recomendaba a Mitre y viceversa no ahorrar sangre de gaucho. El prócer porteño que hoy lo representa el Hiero de Nación cumplió con creces al término de su presidencia según el senador liberal santafesino Nicacio Oroño había acumulado casi 5.000 muertos. Esto no incluía a los caídos en la guerra de la triple infamia llevada a cabo contra el heroico pueblo paraguayo.

Recordemos que el Chacho Peñalosa les expresa a los mitristas luego de una batalla al devolverle los prisioneros. ¿Cómo yo que soy la barbarie les entrego los prisioneros sanos y salvos y ustedes que son la civilización me lo entregan degollados?

El bombardeo del 16 de junio de 1955 es un hito fundamental en esta lista de masacres inocentes. Con las bombas y las metrallas de los sediciosos del 16 de junio se inauguraba un nuevo periodo de violencia oligárquica sistemática en la historia argentina. El ascenso de violencia llegará a su punto máximo con el proceso cívico-militar del 24 de marzo de 1976 con sus 30.000 desaparecidos, miles de exiliados y presos políticos, pero todos sus componentes estaban ya sobre la mesa en el mismo momento en que un aviador descargó balas y bombas desde el cielo sobre compatriotas indefensos en las calles de la ciudad.

Y como hoy eso enseña la historia, esos componentes están vivos cuando los voceros del neoliberalismo y sus mentes y medios dicen el Papa es el actual representante del maligno en la tierra, nido de ratas, el pueblo como excremento, que se muera los que tengan que morir, cuando se admira la tachera asesina de compatriotas. Que la justicia social es una aberración, son semillas que cosecharán tempestades.

Cuánta actualidad tiene el genial Jauretche, donde no sólo la colonización mental y la superestructura cultural, sino la vigencia de los profetas del odio y los idiotas útiles. Y como dijo el general Perón, a esa violencia de arriba no le responderá la justicia de abajo.

Comentarios

Comentarios